Capítulo XII

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— ¿Qué haces aquí?

— Disculpa pero vivo aquí, tú eres la intrusa en este calabozo, princesa. — Yuta respondió mientras masticaba una tostada qué se había preparado, era bastante temprano en la mañana y era su día "libre" lo que no era del todo cierto porque usualmente siempre tenia una llamada qué le haría volver a trabajo de todos modos.

Mei asintió, tenia razón, estaba comenzado a acostumbrarse a esos pasillos, además, eran bastante cómodos, así que solo fue cuestión de días para hacerlos sentir como su casa. — Creí que trabajarías. — Esta explicó, caminando hacia la cocina para poder comenzar con su tarea del día.

Hacerle el desayuno a esos chicos que parecían vivir en hambruna porque comían demasiado.

Yuta miró los movimientos de la chica, terminando su tostada, este sonrió al recordar la escena de la noche anterior y como esta había, prácticamente, huido, después de que esas palabras "mi chica" habían salido de su boca. Saltando de su asiento, sigiloso como su naturaleza, este se acerco a ella, colocando sus brazos sobre el hormigón de la cocina mientras esta cortaba algunas frutas, su nariz se encontró con la parte sensible de su cuello.

— Quise pasar este día contigo, ¿Acaso no suena lindo?

— Lo haría, si fuera cierto. — Esta respondió con tranquilidad, aunque solo estaba concentrandose en no cortarse ningún dedo mientras sentía el cuerpo del mayor pegarse al suyo de una manera provocadora.

Yuta jadeo bajo, como si estuviera sorprendido. — ¿Insinúas qué le miento a la princesa? — El cobrizo se acercó a su oreja mientras sus manos se alejaba del hormigón para poder posarse en la cadera de esta. — ¿Qué clase de caballero le mentiría a una bella dama?

La chica soltó el cuchillo, mirando por sobre su hombro, esta chocó miradas con Yuta, ambos mirando se fijarmemente por más tiempo del debido, sonriendo, Mei se dio la vuelta, quedando frente a frente con Yuta, quien sonrió al tener fácil acceso a sus labios, pero de todas formas, ni siquiera pudo tocarlos ya que esta se adelanto a colocar su boca al costado de su rostro, justo rozando su oreja.

— Uno de mentiras. — Mei susurro, lo que causó qué las piernas de Yuta temblaran un poco, más cuando las manos de esta se colocaron en su cadera, justo en el corte del pantalón y su piel. — Ahora dejame cocinar para los chicos si no quieres que la princesa ordene qué te encierren en el calabozo.

Sonriendo, Yuta asintió, decidiendo moverse, no por voluntad propia, más por su propio bienestar, porque juraba qué todo en el gritaba que la tomará en ese mismo lugar y faltaba menos de media hora para que los menores bajaran como perros hambrientos a desayunar.

— No miento, saldremos después del desayuno. — Este dijo, guiñándole un ojo cuando esta lo miro confundida. — Supongo que ya te aburriste de estar aquí.

— ¿Los chicos irán?

— Claro que no. — Yuta se rio bajo. — Ellos sí tienen trabajo.

Mei frunció el ceño, cruzandose de brazos, mirando a Yuta fijamente, ambos haciendo una guerra de miradas. — Entonces no voy.

— No te di a elegir.

— No iré. — Mei siguió firme, volviendo a darse la vuelta para seguro cortando fruta.

— ¿En serio? ¿Solo porque no quiero que se salten un entrenamiento? — El mayor dijo con molestia, él realmente quería salir con ella, pero los menores no estaban, para nada, en sus planes. — ¿Sabes lo importante que es para ellos saber utilizar fuerza y armas?

— ¿Sabes lo importante que es para un adolescente y joven salir a despejarse de vez en cuando? — Esta preguntó mientras preparaba más cosas en la cocina, Yuta miraba sus pasos.

𝗚𝗔𝗡𝗚𝗦𝗧𝗘𝗥; ᴺᵃ ᵞᵘᵗᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora