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El argentino se encontraba en tierras rusas, por fin, después de tantas horas de vuelo, sus alas ya estaban cansadas. caminaba sobre la nieve que había, con el mexicano atrás siguiéndolo, este pronto le da el abrigo al sudamericano quien tercamente no queria abrigarse pero se estaba congelando y no tenía de otra, la espesa nieve impedía en algunas ocasiones avanzar demasiado, en algún punto el argentino casi se hunde por completo y eso que ya casi estaban llegando a la cabaña, fue entonces que una gran presencia se hizo presente cerca de ellos.

Aquellos rizos dorados resplandecian bajo la luz del sol en invierno, Aquellos ojos rojos estaban posados en el hornero, quien estaba atrapado en la nieve, luego estos se movieron para mirar al mexicano quien le dio un pequeño escalofrío

— ¡Union soviética! ¿Cuanto tiempo? — pregunto el mexicano que desgraciadamente poco a poco se estaba hundiendo en la espesa nieve — verga...¿me ayudas? — pidió este mientras estendia sus brazos

— ¡Boludo hace un frío acá! — exclamó Argentina mientras parecía que se hundiría por completo, estaba levantando sus brazos en busca de ayuda

El de ushanka por fin se movió y saco al argentino de la nieve con una sonrisa y sus ojos con un brillo único

— Аргентина! — Exclamó el euro asiático mientras abrazaba al sudamericano delicadamente, estaba demasiado contento después de casi un año sin ver al argentino podía verlo, obviamente empezó con sus muestras de cariño innecesarias, como metiendo a Argentina dentro de su abrigo — моя Аргентина — Murmuro empezando a restregar su rostro contra la cabeza del sudamericano

— no puede ser — se quejo Argentina intentando salir de ahí pero ya era poco probable

Urss empezó a caminar rápidamente hacia la cabaña, dejando a México totalmente solo y que se le arregle el mismo, algo que enfurecia al norteamericano — ¡ya veras hijo de la chingada! — exclamó, he intento salir de la nieve para perseguir a la Unión soviética

....

El calor dentro de la cabaña era bastante confortable, Argentina había sido dejado al lado de la chimenea, abrigado por un abrigo del Ruso y después siendo fuertemente abrazado por el oso, quien estaba muy contento de ver al sureño después de un buen tiempo

— ¿viniste a quedarte conmigo? ¿Cuidar nuestros hijos? — preguntó el oso apretando más su abrazo, mirando con ojos tiernos y calidos a los ojos amarillentos y vivos con una expresión de sorpresa y enojo a la vez

— tus hijos, Tus hijos — aclaró el hornero mientras su dedo índice chocaba contra el trabajado pecho del Ruso, algo que el sudamericano empezó a observar y tocar — ya están más grandes que las mías... — Murmuro para si mismo

— Нет. [No.]— respondió frio y con una voz enojada — nuestros. — volvió a repetir el Soviético, aún no aceptando el rechazo de su mayor

— que terco que eres — Murmuro  el argentino para si mismo — mira he venido hasta aquí porque necesito decirte que Alemania está en los Estados Unidos — cambio de tema lo más rápido que pudo

— ¿Alemania? — preguntó confuso

— Alemania democrática — aclaró el argentino

El ruso frunce un poco el ceño — ¿que hace en Estados Unidos? ¿No que iba a estar contigo en Argentina? — la conversación se mantuvo en español, porque claramente había niños que querían escuchar

— АРГЕНТИНА! — grito Rusia, el niño más joven hasta el momento, era el consentido de URSS pero por una extraña razón quería más a Argentina que a su propio padre — Аргентина! Ты пришел прочитать мне рассказ, который обещал мне? Ты пришел приготовить мне то, что обещал? [¡Argentina! ¿viniste a leerme el cuento que me prometiste? ¿viniste a cocinarme lo que me prometiste?] — preguntaba el pequeño ruso emocionado, hace meses que no veia a Argentina, obviamente su inocencia y su pequeño egocentrismo le hizo creer que el argentino venía especialmente a verlo solamente a él.

You still love me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora