Capítulo 11 (Recuerdos).

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A veces y por alguna razón, creía que las cosas pasaban al azar.

Pasaron un par de horas después de recibir a aquellas chicas.

La albina y Amanda estaban con Jade en la habitación de la nombrada, Giselle quería ayudar a la castaña, porque desde que llegó,  notó algo raro en ella.

Mientras la albina estaba sentada en una silla enfrente de Jade, la susodicha estaba sentada al borde de sus cama y la morena, estaba posicionada de pie detrás la puerta del cuarto.

Giselle posicionó su mano en el pecho de Jade, un poco al lado izquierdo donde estaba su corazón y cerró los ojos.

Fue frunciendo el entrecejo a medida que pasaban los segundos, soltó un jadeo y abrió los ojos alejando su mano. Vio a la castaña con comprensión.

Una de las fortalezas de Giselle era ver el alma de las personas con tan solo tocarlas.

Y el alma de jade, estaba destrozada.

—Oh Dios mío...

Jade Alzo la mirada y vió a la chica de ojos blancos.

—Te han lastimado tanto... —Continuó su hablar— Y sin embargo no eres una mala persona, Jade, Lo lamento tanto.

La nombrada hizo una mueca mientras sus ojos se cristalizaban.

—No tienes porque lamentarlo,  Giselle. No tienes la culpa de nada. —Limpió una lágrima que bajó por su mejilla.

Tanto tiempo había pasado y las múltiples heridas que tenía seguían abiertas.

Y Jade sabía que tardarían aún mucho más tiempo para que al menos cicatrizaran.

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Jade sorbio su nariz, mientras que en se regazo descansaba un conejo de pelaje gris, le acariciaba mientras veía el entorno, supervisando que todo estuviera bien. A unos metros de ella estaba Jennifer, recostada en el césped cerca de los árboles que daban entrada al bosque.

La castaña sentía cómo su fortaleza, la que protegía todo Kain, se debilitaba. En algún momento no podría mantener el campo de fuerza y estarían expuestos a cualquier peligro. Era lo que menos quería.

Debía ser fuerte, dejar de recordar en todo lo que sufrió a lo largo de su vida. Algunas recuerdos eran sumamente inevitables de que regresarán, ya que eran absolutamente lindos Pero, también les hacía doler demasiado el corazón.

No entendía cómo de un momento a otro Jack simplemente asesinó a sus padres y se fue...

Año dos mil nueve...

Se encontraba tan tranquila ese día, con Jessie entre sus brazos viendo los conejos saltar por el césped. Jessie, quien en ese entonces tan solo tenía cinco años, señalaba a los animales emocionada con una sonrisa esbozada.

Jade estaba sumamente feliz, que su hermana menor estuviera tan tranquila y emocionada con algo le llenaba el alma y le daba tanta paz mental.

A lo lejos vió a Jack regresar del bosque, con una expresión molesta y tensa, las mangas de su camisa rotas, como si fueran sido arrancadas con ira, su labio partido y sangrando y sus manos convertidas en puños mientras sus nudillos se tornaban blancos.

Lo miró con preocupación, quiso preguntar cuando estuvo a pocos centímetros de ella Pero él, simplemente pasó de larga hacia la mansión a paso rápido.

Probablemente no quería hablar con nadie en ese momento, Jade incluso trato de ser comprensiva.

Hizo una mueca y miró hacia atrás, Jack entro directo a la mansión. Volvió a voltearse, vió a Nick cerca con Katie. Estaban a pocos metros así que se les acerca pidiéndoles amablemente que cuidarán a su hermana mientras ella iba a revisar que todo estuviera bien. Éstos aceptan y ella comienza a caminar, con cada paso se sentía incómoda y nerviosa sin haber razón alguna.

Al entrar al lugar el silencio reinaba, y nadie parecía estar, así que decidió buscar a sus padres, fue directo a las escaleras subiendo cada escalón con calma.

Al llegar al tercer piso se pasea un poco por el pasillo y al llegar a la habitación de sus padres ve la marca de una mano manchada de sangre en la madera de la puerta.

Trago saliva y frunce el entrecejo. Se arma de valor y toma del pomo de la puerta y lo giro sin pensarlo.

Cuando abrió... Se encontró con algo desgarrador.

Su madre tumbada en la cama sin vida, con una gran mancha de sangre en su vestido y parte de las sábanas. Se notaban las marcas de apuñaladas en su abdomen, sus ojos abiertos sin brillo y su boca entre abierta dejando salir un hilo de sangre.

Su padre en el suelo con un corte en su cuello, balbuceando al ver a Jade, ella rápidamente se acerca y toma sus manos al mismo tiempo que sus ojos comienzan a cristalizarse en el momento que ve que sus ojos se apagan, dando su último respiro y yéndose de aquel mundo cruel.

—No... No, no, no, no, ¡No!, ¡No! —grita de manera desesperada tomando el rostro de su padre entre sus manos buscando en un inútil intento de hacerlo reaccionar, de tratar de creer que todo era una horrible pesadilla que la atormentaba con sus peores miedos.

Llora fuertemente, sintiendo un dolor inexplicable en su pecho. Levanta la cabeza y le grita al cielo, reclamándole y pidiendo que le regresará a sus padres, aunque sabía que eso no pasaría.

Se habían ido para siempre.

Pidió ayuda a gritos, buscando auxilio.

Con su mirada examinó la habitación y a unos metros de dónde estaba ella con el cadáver de su padre. Vió la daga de Jack, esa que su madre le había regalado.

Y nisiquiera tuvo que pensarlo tanto, porque ya estaba muy claro.

Jack había asesinado a sus padres.

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Holiiii, espero les haya encantado el capitulo, si es así no te olvides de votar y dejar un comentario bonito para saber si les está gustando ésta bella historia 🫂✨

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Hasta la siguiente actualización, los amo, byeee👋

—Ale💜

El Río De Sangre.©. #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora