Cada vez que se veían, el tiempo parecía pasar demasiado rápido, las visitas eran cada vez más seguidas. Supieron por sus padres que la mamá de Zayn era la prima del padre de Liam, así que ellos eran primos segundos.
Habían vuelto a visitar a su tía Mary, está vez, la madre de Liam estaba en su casa y con ella presente, Ruth no podía molestarlos, pues ella quería estar junto a ellos en todo momento y no les dejaba jugar con tranquilidad.
— ¿Sabes? Falta poco para mí cumpleaños número ocho y mí mamá me prometió que mí torta sería de Batman, ¿Te gusta?
— ¡Me encanta! ¿Vendrán muchos de tus amigos?
— Pues, mamá me dijo que podía invitar a los que yo quiera, pero igual tu serás mí invitado especial, Zaynie.
Lo dicho por Liam hizo que sintiera una felicidad muy grande en su cuerpecito y los mismos cosquilleos en su pancita.
— ¿Yo seré el especial?El castaño sonrió y lo abrazó.
— ¡Tu siempre eres mí persona especial, Zee!Las cosquillas crecían cada vez que Liam lo abrazaba, era algo extraño pero no era como cuando estaba tan lleno de comer cosas dulces y su panza estaba a punto de reventar, este era un cosquilleo lindo.
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La casa de la tía Mary estaba completamente adornada por diversos globos y guirnaldas, en el fondo, habían largas mesas con vasos de plástico, vasos del mismo material estaban sobre estás, con pastelitos y distintos snacks dentro de unos bowls para que los niños comieran mientras jugaban, un inflable estaba a un costado, más apartado para que no hicieran tanto lío a los que se iban a sentar en las sillas.
Zayn estaba sentado en una de las sillas, apartado del resto de los niños que jugaban en el inflable y otros se corrían entre si en un juego que él no había llegado a escuchar. Habían muchos niños que Liam le había presentado, pero se sentía muy apenado de no poder hablar lo suficiente con ellos, por lo que se fue a sentar a un lado de Ruth.
— ¿Tampoco te dejan jugar con ellos? — le preguntó la niña mientras jugaba con sus Barbies.
— No quiero ir a jugar. — respondió el morenito mientras miraba sus deditos. Su mirada viajó hasta el castaño de mejillas coloradas quien era derribado por uno de sus amigos y luego comenzaban a reír. El niño ayudó a Liam a pararse y después se mantuvieron abrazados mientras le gritaban a los otros niños algo sobre el juego.
El pequeño Zayn sintió muchas ganas de llorar al ver qué su único amigo se divertía con otros niños y no estaba junto a él. Le había dicho que él sería su invitado especial, pero lo había olvidado.
Tenia muchas ganas de pedirle a su Yaya que lo llevara de vuelta a su casa. Pero entonces, Liam se acercó a él y con su voz algo agitada por todo lo que había corrido, le dijo:
— Zaynie, ¡Ven a jugar a las escondidas conmigo!Zayn lo vió con ojos asustados y negó.
— No, Leeyum, tus amigos no querrán jugar conmigo.— ¡Por favorcito, Zaynie! — pidió con un puchero formándose en sus labios. — yo quiero jugar contigo, ¿Si?
Lo vió dudoso pero finalmente accedió, pues, Liam era muy bueno insistiendo o es que él realmente quería estar junto al castaño.
— Bueno, vamos.— ¡Si! — festejó el castañito para luego tomarlo de su manito y llevarlo junto a los demás. — ¡Chicos, Zaynie si va a jugar con nosotros! — informó con emoción. A lo que los demás también festejaron. — ¿Quien cuenta?
— ¡Le toca a Paul! — gritó un pelirrojo de pecas.
El nombrado refunfuñó pero terminó yendo hacia una de las paredes y comenzó a contar para darles tiempo a esconderse. Al segundo que el niño empezó con el conteo, Liam, sin soltarle la mano a Zayn, corrió hacía el costado de la casa que los llevaba al frente y lo guió hasta uno de los arbustos más grandes que habían en el patio, cerca de los rosales.
El corazoncito de Zayn repiqueteaba fuerte en su pecho por la adrenalina y se agachó a un lado del castaño, quedando muy cerca. Liam le sonrió y no dejó de mantener su manito con la suya.
— ¿Aquí va a tardar en encontrarnos? — le susurró Zayn.
— Podemos ir a escondernos detrás del auto de Joey. — le susurró en respuesta el de ojos mieles.
— No, no, si nos movemos nos va a ver.
— Bueno, nos quedamos aquí.
Cada vez que hablaban, se acercaban más al otro, por miedo de que Paul los encontrará.
— ¿Te cuento un secreto, Zaynie? — dijo de pronto. El morenito sin dudar asintió. — Me hace más feliz jugar contigo, siento muchas cosquillas en mí panza cuando estás aquí conmigo.
El pequeño morenito sonrió, ¿Liam sentía las mismas cosquillas que él?
— ¿En serio, Leeyum? — este asintió efusivamente en respuesta. — ¿Te digo algo?— ¿Que? — dijo curioso.
— Yo también siento cosquillas cuando estoy contigo.
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Un Zayn, de ahora ocho años, estaba en su habitación, sentado en su silla, concentrado e intentando dibujar en su cuaderno, que Liam le había regalado para su cumpleaños, un rostro. Aunque se le dificultaba muchísimo y eso le frustraba de sobremanera, los ojos le salían ya muy bien, pero cuando tenía que dibujar la nariz y lo que le quedaba del rostro, era otra historia.
Había estado aprendiendo con el castaño a dibujar, pero fallaba en ello y eso le molestaba mucho, quería darle un regalo al ojimiel y este se trataba de retratarlo a él así que no podía pedirle su ayuda porque quería sorprenderlo.
Hace unas semanas que habían comenzado las vacaciones de invierno, lo que significaba que la navidad estaba cerca, sería la primera en la que Liam pasaría con él y su familia, pues, habían convencido a sus padres de dejarle quedarse en su casa para la primera fiesta, luego ellos se irían de viaje por las vacaciones de su madre e irían a Dublín, ya que la progenitora quería conocer hace mucho la capital de Irlanda.
Liam se quedaría en su casa una semana, luego debía volver a la suya para después irse por un mes completo, ¡Un mes! Y Zayn ya sentía que lo extrañaba cuando aún no se había marchado.
Últimamente estaba sintiendo que los cosquilleos en su panza iban aumentando cada vez más. Se sentía muy confundido, pues, habían muchas cosas que no comprendía del todo, ni la razón de porque le pasaba lo que pasaba solo con el castaño, pero recordó el último día de clases cuando estaba junto a su amigo Niall, al que le contó que es lo que estaba sintiendo y como debía hacer para dejar de hacerlo.
Niall, con sus mejillas coloradas y en un tono de voz muy bajo le hizo que se acercará aún más a él y le dijo:
— Esas son mariposas y aparecen en tu pancita cuando estás enamorado. Cuando amas a alguien, eso me dijo mí mami y ella nunca se equivoca.Y desde entonces no podía dejar de pensar en ello, él era un simple niño, no podía enamorarse de otro niño, y mucho menos si este niño era su primo, eso no estaba bien, ¿Estaría malo de su cabeza? ¿Se iría al infierno si seguía con esos sentimientos? Zayn estaba asustado ante aquello, pero tampoco podía frenar a esas mariposas, porque estás volaban por doquier cada vez que Liam estaba cerca suyo.
Tenia miedo y no sabía que hacer.
[...]
— Mami. — llamó Zayn parado frente a la cocina, donde su madre estaba preparando la cena de esa noche.
Trisha dejó de cortar las verduras para ver a su pequeño quien estaba con su carita triste, hace mucho que no lo veía así.
— ¿Que tienes, mí niño precioso? ¿Pasa algo? — no tardó en acercarse a él y arrodillarse para estar a su altura.— Mami, ¿Cómo sabes que es el amor? ¿Cómo te das cuenta que estás enamorado?
