Uno

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Soobin contemplaba a aquel bello chico desde la lejanía. Siempre que pasaba por ese lugar se lo encontraba, ¿era el destino o mera casualidad?

Ante sus ojos era simplemente hermoso; la definición gráfica de belleza. No sabía desde cuando se había estado sintiendo así, pero aseguraba que con cada día que pasaba, su amor hacia él y sus ganas de estar cerca, aumentaban.

Llevaba tal vez desde el año pasado observándolo. La primera vez que lo vio solo admiró su belleza como haría con cualquier persona que ante sus ojos luciera atractiva. De ahí, los siguientes días notó que siempre se encontraba donde mismo, a la misma hora que él solía pasar. Luego llegó el tiempo en que comenzó a estar atento e intrigado por saber si ese día aquel niño bonito también estaría ahí para poder verlo.

Se conformaba con verlo de lejos. Para él, era su amor platónico. Era real; un jovencito de su edad, tal vez un poco menor, con un rostro tan angelical y una belleza inigualable que atrapó a Soobin.

Alguien debió decirle que un rostro bonito no lo era todo, una apariencia inocente y angelical podía llegar a albergar un ser oscuro y despiadado en su interior. Pero Soobin jamás pensó en aquello, como cualquier persona que vive su vida normal sin contemplar los peligros que puede haber a su alrededor.

-La verdad es que, te he estado viendo desde hace algún tiempo y, me has parecido bonito. ¿Estaría bien si pregunto por tu número?- Un día finalmente lo hizo, se atrevió a acercarse y hablarle a aquel joven, siguiendo los consejos que su mejor amigo le había dado. O, al menos parte de ellos, pues realmente sus supuestos consejos no eran mas que completas tonterías. Solamente se animó y se dejó ser él mismo. -Ah, por cierto. Siempre paso por aquí y he notado que siempre estás a la misma hora, no pienses que soy un acosador, creo que solo fue coincidencia.- Sonrió, un tanto avergonzado. Jamás había sido tan directo con alguien ante el primer contacto, pero igual que su amigo decía, era mejor eso a luego solo perder el tiempo.

El semblante del contrario se relajó, luego de una expresión confusa en el rostro.

Irradiaba ternura.

Una risilla escapó de esos labios. El muchacho tomó el teléfono de Soobin y guardó su número, registrándose con su nombre.

-Me llamo Yeonjun.

-Yeonjun, qué bonito nombre, le queda bien a alguien tan bonito como tú. Yo soy Soobin.

Yeonjun regresó el celular a su dueño, y ante lo último comentado, solo atinó a sonreír, sin saber realmente qué responder.

-Perdóname, se me hace tarde y debo llegar a un final. Pero espero que puedas aceptar esto, Yeonjun.- Dejó una barra de chocolate a la vista, misma que extendió hacia el contrario.

-Gracias.

-A ti, bonito. Te mensajearé más tarde, ten un buen día.

Con ello, Soobin se alejó. Su día había comenzado bien, de hecho, bastante bien. Haber sido aceptado le había dado grandes ánimos, aunque aquello no daba por hecho que las cosas con Yeonjun irían a funcionar, no obstante, las posibilidades habían aumentado de cero a un veinte por ciento, o tal vez un poco más.

𝐓𝐡𝐞 𝐊𝐢𝐥𝐥𝐚 - 𝐒𝐨𝐨𝐣𝐮𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora