20. Billie

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Lo siento si el otro día no actualicé capítulo, creía que se había subido pero al parecer se había quedado en borradores, aún así, ayer lo subí y ya podéis leerlo.
Hoy os dejo con el capítulo 20, que es de mis favoritos, por no decir el que más, espero que os guste ❤️
***

No era capaz de relajarme, cerraba los ojos y podía oír las voces de mis padres, recordaba la discusión y las lágrimas cada vez pesaban más bajo mis párpados.
Estiré el brazo hasta la mesilla de noche, y, de nuevo, tomé mis auriculares y los conecté al móvil. El sonido del piano inundó mis pensamientos y logré concentrarme únicamente en cada nota, sin pensar en nada más.

— ¿Por qué no has bajado a cenar?

Matt entró en la habitación.
Abrí los ojos de golpe y me deshice de los auriculares, incorporándome ligeramente en la cama.
Con las manos atrás, se acercó a mí hasta sentarse al otro lado.
No respondí y, en su lugar, agaché la cabeza para evitar establecer contacto visual.

—Te he traído esto. —añadió.

Sacó de detrás de él una pequeña bolsa y me la tendió: "Almendras tostadas".
Suspiré y no pude evitar reírme, expulsando todo el aire de golpe.

Levanté la cabeza y él repasó mi expresión. Cortó la distancia entre nosotros pegándose a mí. Me entró el pánico, los recuerdos me abordaron de nuevo e inconscientemente mi cuerpo se inclinó hacia el lado contrario. Todo quedó en silencio, hasta que él decidió intervenir:

— ¿Por qué me tienes miedo?

—Yo no... —me incomodó que se hubiera fijado en mi gesto y me tensé todavía más, mientras pensaba una respuesta lo más rápido posible.

—Mírate, Billie, estás asustada —me recorrió de pies a cabeza, parándose especialmente en mis ojos —. Sabes que nunca te haría daño... lo sabes ¿Verdad?

Asentí sin mirarlo y me abracé a mí misma. Me sentía muy pequeña a su lado, me sentía débil, me sentía inútil, sentía... ¿Miedo?

Matt estiró su brazo y me rodeó con él, pegándome a su cuerpo sin importarle mi reacción. Su aroma me embriagó, olía a vainilla, pero en ese instante no lo disfruté. Estaba tan alterada que se me erizó el pelo, tenía un nudo en la garganta que me impedía hablar y mi cuerpo estaba paralizado. Solamente era capaz de mover los ojos, pero él lo ignoró.

— ¿Por qué me temes?

Yo no tenía miedo... ¿o sí? ¿Eso también era miedo? No era el mismo miedo que cuándo veía una película de terror.
Para nada.
Pero entonces... ¿Qué era el miedo? ¿Se podía sentir más de un miedo?

—Billie... —insistió Matt acariciándome el pelo, interrumpiendo mi monólogo interior.

Y justo en ese momento, una sola lágrima acudió rápidamente y se deslizó por mi mejilla, pero esta vez Matt no se sorprendió, al contrario, me pegó más a él.

—En este momento se me ocurren un millón de preguntas, pero prefiero que me lo expliques tú misma.

—Es que... no sé por dónde empezar... —susurré.

—Poco a poco, tenemos todo el tiempo del mundo.

No sabía qué hacer. ¿Y si se lo contaba y se alejaba de mí? ¿Y si no me tomaba en serio? ¿Y si...? Mamá seguro que sabría qué hacer.
Pensar en ella provocó que el nudo de mi garganta creciese más hasta llegar a hacerme daño.

—Relájate...

Matt me abrazó más fuerte y a continuación depositó un suave beso en mi sien. Apoyó su cabeza sobre la mía mientras mis lágrimas fluían en silencio.

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