BILLIE
— ¡SORPRESA!
El corazón me dio un vuelco, di un respingo que me obligó a retroceder unos pasos para no perder el equilibrio y me sujeté al marco de la puerta.
Todos estaban allí, con sus mejores atuendos y una sonrisa que se me grabó en lo más profundo.— ¡Feliz cumpleaños Bi!
Isabella, incapaz de contener la emoción, saltó a mis brazos, guiando a mi mente al primer recuerdo que tenía de ella, en donde me había abrazado con la misma efusividad con la que acababa de recibirme.
La abuela me incitó a acompañarla y todos los invitados me siguieron. Sentada en el sofá, mis ojos buscaron con desesperación a una persona en concreto, que no alcancé a ver por ninguna parte, y cuyo hermano se abalanzó sobre mí sin darme tiempo a hundirme.
— ¡Masse! —lo abracé, intentando disimular mi flamante desesperación.
Ema también estaba allí, y Susan y Connor, que ya formaban parte de mi familia, pero ni rastro de él. Incluso Robinson, que había sido invitado supuse que, por la abuela, y se había puesto una de sus mejores corbatas, especial de cumpleaños.
— ¡Sopla! —chillaron los mellizos, que compartieron una mirada cómplice mientras batallaban en quién me acercaba el pastel.
—Lo vais a tirar... —protestó Dev, arrancándoselo de las manos y estabilizando las velas, que habían comenzado a inclinarse.
—Pide un deseo. —me recordó Ella justo antes de que mis pulmones liberasen todo el aire.
—Su deseo está aquí. —irrumpió esa voz, apareciendo por el salón.
Mis sentidos se dispararon, a la par del color de mi rostro, del cual todos fueron testigos entre carcajadas. Matt, elegante como pocas veces había tenido la oportunidad de verlo, se acercó a mí y, para sorpresa de nadie, me besó en los labios con una intensidad que llevaba un buen rato necesitando.
—Felices 21, Almendra.
Me quedé sin habla, asimilando su entrada triunfal y con el pastel de nata en mis manos.
— ¡Sopla! —chilló mi hermana, despertando a mi mente del trance en el que se había sumido, obcecada por el dulce aroma que desprendía el cuerpo de Matt, que desde el momento en el que se había acercado a mí, había adormecido todos mis sentidos.
Apagué las velas al tiempo que todos los invitados me cantaban el cumpleaños. Nunca había cumplido años rodeada de tanta gente y, por eso, me perdí disfrutando de la cálida sensación de estar rodeada de todos ellos, las personas que más quería en este mundo reunidas en una habitación por un motivo especial, mis 21.
—Tengo una noticia para ti. —me informó mi jefe, que en estos momentos era mi amigo, entregándome una carta con un sello de cera.
Lo miré con una expresión de asombro, liberé mis manos de toda la ropa con la que acababan de obsequiarme mis amigas y despegué el sello con sumo cuidado.
—Lee en alto, por favor. —me pidió.
Carraspeé al tiempo que abría la carta, escrita con una tipografía cuidada y elegante y me dispuse a leer:
Estimada señorita Byrne,
Me complace dirigirme a usted con motivo de una noticia extraordinaria: su selección para recibir una beca de estudio en el Berklee College of Music, en Boston. Permítame extenderle mis más sinceras felicitaciones por este logro sobresaliente.
Su destacado talento y dedicación al arte musical han sido reconocidos con esta distinguida oportunidad de continuar su educación en una de las instituciones más prestigiosas del mundo. Su éxito es un testimonio de su excepcional habilidad y dedicación hacia la excelencia en el campo de la música.
Estoy seguro de que aprovechará al máximo esta oportunidad para expandir sus conocimientos, perfeccionar sus habilidades y colaborar con distinguidos profesores y compañeros en el Berklee College of Music. Confío en que su tiempo en esta institución será fructífero y gratificante, y que continuará cosechando éxitos en su carrera musical.
Le insto a seguir persiguiendo sus sueños con determinación y pasión, y a mantener siempre en alto el estandarte de la excelencia y el compromiso. Estoy seguro de que su futuro estará lleno de logros y reconocimientos, y estoy emocionado por presenciar su continuo crecimiento y éxito como artista.
Una vez más, permítame expresarle mis más sinceras felicitaciones por este logro excepcional. Tengo la certeza de que dejará una huella indeleble en el Berklee College of Music y en la industria musical en su conjunto.
Con todo mi respeto y admiración,
Dr. Alexander Sterling, Ph.D. En Música.
Leí, releí, y volví a leer la carta en silencio una y otra vez. Mi pulso se aceleró, sin terminar de asimilar lo que esas líneas de tinta llegaban a significar.
Se me humedecieron los ojos y no pude contener las lágrimas cuando todos se volcaron en un cálido abrazo hacia mí, colmándome con sus felicitaciones.
—Yo... pero... esto... —tartamudeé con las manos temblorosas, todavía sosteniendo el papel.
—Te dije que llegarías lejos Billie, lo sé desde el día que te conocí.
No tenía palabras. Rodeé a Robinson en un abrazo que ni de lejos se comparaba con lo que había hecho por mí, esa universidad siempre había sido mi sueño y gracias a él podía hacerlo realidad.
—No sé si mi regalo estará a la altura de esto, pero... —irrumpió Matt, cuando todos permanecimos en silencio ante la noticia— Ahora vengo.
Desapareció por el pasillo y todos sonrieron, testigos de lo que se encontraba en la caja que acababa de traer.
—Espero que esto compense mi retraso, me ha costado traerlo hasta aquí. —me dedicó una sonrisa e, incluso desde la distancia pude percibir lo nervioso que estaba, no recordaba haberlo visto nunca en tan exagerado estado.
Se acercó a mí y me dejó la caja, de una dimensión bastante grande, sobre el regazo.
Con el cambio de manos, creí sentir un golpecito de su interior y mi corazón se disparó, expresando los nervios que él mismo me había contagiado.—Matt, ¿Qué hay en la caja? —me adelanté, y lo miré con la esperanza de obtener una pista, con el rostro pálido ante lo que mi cabeza estaba imaginando.
—Tú ábrela. —me incitó, sentándose a mi lado y rodeándome con su brazo.
Levanté la tapa, decorada con un estampado lila, tal y como él sabía que me gustaba, y me quedé congelada:
Un adorable cachorrito asomó por un lateral, sacudiendo su pequeña colita y con un lazo rojo anudado al cuello.
El pequeño Golden Retriever saltó a mis brazos y me lamió toda la cara, limpiando con su diminuta lengua las lágrimas que emergían descontroladas de mis ojos. Me di cuenta de un detalle y se me paró el corazón: le faltaba una de sus patitas delanteras.—Te presento a Ody —intervino Matt, acariciando al cachorro en su cabecita—. Porque todos merecemos una oportunidad.
Hecha un mar de lágrimas, abracé al cachorro como imaginé que nunca nadie había hecho y colmé de besos su pelaje rubio y suave.
Sin palabras, miré hacia Matt por encima del hombro y este me besó en los labios, rodeándonos a mí y al pequeño Ody entre sus brazos.***
Pues esto ha sido todo, aquí definitivamente acaba la historia de Matt y Billie.
Estoy súper agradecida de todas las lecturas, votos y comentarios que ha ido ganando la novela durante los casi 3 meses que llevo publicándola.
Sólo espero y deseo que os haya encantado y que hayáis disfrutado con cada uno de los capítulos, de los personajes...
MUCHÍSIMAS GRACIAS SIEMPRE ❤️
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Armadura de Clave |EN AMAZON| ✔️
Romance«Hay quien arroja un vidrio roto sobre la playa. Pero hay quien se agacha a recogerlo.» José Narosky. Dejando atrás las transitadas calles de Irlanda, Billie lucha por encontrar paz después de haber sido consumida por el dolor y la pérdida. Atrapada...