Capitulo 12 - Un dia inolvidable

252 10 0
                                    


El grupo de amigos, a pesar de la resaca de la noche anterior, decidió madrugar para seguir explorando los alrededores del pueblo. Optaron por dirigirse a Perpiñan, una ciudad cercana llena de historia y encanto. Una vez allí, recorrieron las calles empedradas, desde el Castillet hasta "Les Quais Vauban", maravillándose con la arquitectura y el ambiente único de la ciudad.

La mañana de turismo comenzó con el grupo de amigos reuniéndose temprano en la "Place de la République", con el sol apenas asomando por el horizonte. A pesar de la resaca, estaban llenos de energía y entusiasmo por explorar Perpiñan. Las calles estrechas y empedradas los llevaron a través de un laberinto de historia y cultura, mientras los edificios antiguos y los monumentos históricos los transportaban a tiempos pasados.

El Castillet, con su imponente presencia, los recibió al entrar en la ciudad, mientras que los puestos de comida de "Les Quais Vauban" les ofreció una mezcla exquisita de sabores, tanto de cocina portuguesa, como francesa y americana. A medida que avanzaban, se encontraron con plazas animadas, mercados bulliciosos y cafeterías con encanto donde se detuvieron a tomar café y disfrutar de delicias locales.

La atmósfera vibrante de Perpiñan los envolvía, y cada esquina parecía revelar nuevos tesoros ocultos y secretos por descubrir. A pesar del cansancio, el grupo seguía adelante, absorbiendo cada detalle y compartiendo risas y comentarios mientras se sumergían en la historia y la belleza de la ciudad.

Al llegar al imponente Palais des rois de Majorque, el grupo de amigos quedó impresionado por la majestuosidad del edificio. Sus altas paredes de piedra y sus torres imponentes evocaban un aura de antigua grandeza y poder. Al entrar en el palacio, fueron recibidos por un ambiente de solemnidad y elegancia, con salones amplios y decorados ricamente que hablaban de un pasado glorioso.

Recorrieron las diferentes salas del palacio, maravillándose con las obras de arte y los detalles arquitectónicos que adornaban cada espacio. Las historias de los antiguos reyes de Mallorca resonaban en las paredes, evocando una época de esplendor y opulencia.

Violeta, recordando la rivalidad histórica entre Mallorca y Menorca, decidió bromear un poco con Chiara mientras exploraban el palacio. "¿Te imaginas lo que dirían tus compatriotas si te vieran aquí, en el palacio de los reyes de Mallorca?", dijo con una sonrisa traviesa, esperando sacar una reacción de su amiga menorquina. Chiara, sorprendida por el comentario, respondió con una risa nerviosa mientras seguían explorando las impresionantes salas del palacio.

Después de visitar la ciudad, decidieron dirigirse a Cannet Plage para disfrutar de una comida junto al mar. Una vez en la playa, se relajaron tomando el sol y jugando en la arena, disfrutando del buen tiempo y la compañía.

En la playa de Cannet Plage, el sol brillaba en lo alto del cielo azul, mientras las olas suaves acariciaban la orilla. El grupo de amigos se instaló en la arena, extendiendo sus toallas y disfrutando del cálido día de verano. Algunos se aventuraron a nadar en el mar, mientras otros preferían relajarse tomando el sol y charlando animadamente.

Violeta y Chiara se divirtieron jugando en la arena, construyendo castillos y riendo alegremente como dos niñas. Cuando las dos se juntaban, el tiempo iba más despacio, dejaban de cohibirse y que su niña interior saliera a flote. La brisa marina jugueteaba con sus cabellos mientras compartían confidencias y anécdotas, fortaleciendo aún más su conexión.

Después de un rato, decidieron refrescarse con unos helados deliciosos de una heladería cercana. Conos en mano, pasearon por el paseo marítimo, disfrutando de los sabores dulces mientras observaban el vaivén de la gente y el colorido del lugar. Pasaron frente a un tiovivo, con sus brillantes luces y música alegre, evocando recuerdos de la infancia y despertando la nostalgia en sus corazones.

En una de las calles llenas de puestos y tiendas de Cannet Plage, el grupo de amigos encontró un arcade repleto de luces brillantes y sonidos emocionantes. Chiara y Violeta se acercaron curiosas, observando las diversas máquinas recreativas con entusiasmo.

Chiara se detuvo frente a una máquina que llamó su atención, con un peluche de unicornio blanco brillando entre los premios. Con una sonrisa iluminando su rostro, intentó varias veces atraparlo con las pinzas, pero el peluche parecía escurridizo.

Violeta, notando la determinación en los ojos de Chiara, se acercó con determinación y tomó el control de la máquina. Concentrada en su objetivo, manejó las pinzas con destreza, intentando atrapar el peluche deseado.

Después de varios intentos, finalmente las pinzas cerraron alrededor del peluche, y Violeta lo levantó triunfante. Con una sonrisa tímida pero radiante, le entregó el peluche a Chiara, quien se quedó sin palabras ante el gesto amable de la pelirroja.

Chiara, sorprendida y agradecida, miró a Violeta con gratitud en sus ojos. "¡No hacía falta!", dijo Chiara con una voz suave, pero llena de emoción.

Violeta sonrió, sacudiendo la cabeza con ternura. "No es nada", respondió con humildad. "Solo quería verte sonreír". Su sonrisa cautivadora hizo que Chiara se sintiera aún más agradecida por tenerla como amiga.

Después de un día lleno de aventuras y momentos emocionantes, el grupo de amigos regresó a la acogedora casa de los padres de Ruslana en Collioure. El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos y dorados mientras se adentraban en la casa.

Risas y conversaciones animadas llenaban el ambiente mientras compartían anécdotas del día y se preparaban para relajarse. Ruslana, siempre atenta, preparó una deliciosa cena para todos, mientras Denna y Salma ayudaban a poner la mesa.

Chiara y Violeta se sentaron juntas, compartiendo sonrisas cómplices y miradas cargadas de significado. A pesar del cansancio del día, la emoción y la conexión entre ellos seguían palpables en el aire.

Juanjo y Martin, sentados uno al lado del otro, intercambiaban miradas furtivas y sonrisas tibias, disfrutando de la compañía del otro en silencio.

Bea y Ruslana, ocupadas en la cocina, charlaban animadamente sobre sus planes para el próximo día, compartiendo risas y confidencias como buenas amigas.

Con el aroma tentador de la cena flotando en el aire, el grupo se reunió alrededor de la mesa, compartiendo momentos de camaradería y amistad. Aunque el día había sido largo y agotador, la energía y la alegría de estar juntos hicieron que cada momento fuera especial.

Con el estómago lleno y el corazón aún más, se retiraron a sus habitaciones, listos para descansar y recargar energías para las aventuras que les esperaban en los días venideros. Se retiraron todos menos Violeta y Chiara, que seguia aferrada a el peluche que le regaló Violeta. Las dos amigas, decidieron quedarse un rato más charlando...

Melodias Cruzadas - KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora