Capitulo 38 - Un sí para siempre

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El sol brillaba a través de las ventanas del apartamento de Chiara y Violeta en Paseo de Gracia, iluminando el espacio con una luz cálida y dorada. Chiara, sin embargo, no estaba disfrutando de la belleza del día; en cambio, estaba en un estado de agitación nerviosa que podría rivalizar con una tormenta.

El apartamento estaba decorado con esmero, lleno de flores frescas, velas aromáticas y detalles que reflejaban el amor y la dedicación que Chiara había puesto en los preparativos. Cada rincón estaba adornado con toques románticos, y la mesa del comedor estaba elegantemente dispuesta para una cena especial. Todo estaba preparado para la noche que Chiara había estado esperando con tanta ansiedad.

—Kiki, ¿dónde están los servilleteros? —preguntó Martín, mientras colocaba los platos en la mesa con precisión meticulosa.

Chiara, que estaba en la cocina intentando controlar una mezcla de emociones, miró a Martín con una expresión de pánico.

—¡Oh no! ¡No los he visto! —exclamó, mientras corría de un lado a otro buscando los servilleteros—. ¡No puedo creer que me esté olvidando de los servilleteros!

Ruslana entró en la cocina con una taza de café en la mano y una expresión de calma serena en el rostro, como si el caos que rodeaba a Chiara no le afectara en absoluto.

—Chiara, respira —dijo Ruslana, colocándose al lado de su amiga y tomando una respiración profunda—. Todo estará bien. Los servilleteros están en el cajón de arriba a la derecha.

Chiara miró a Ruslana con ojos de agradecimiento mientras se dirigía al cajón indicado.

—¡Gracias, Rus! Eres un salvavidas. No sé qué haría sin ti y Martín aquí para ayudarme.

Martín, que estaba organizando los cubiertos, sonrió con comprensión.

—Es normal estar nerviosa, Kiki. Este es un momento muy especial. Pero recuerda, Violeta te ama y está emocionada por esta noche. Solo necesitas relajarte y disfrutar del momento.

Chiara asintió, intentando calmarse mientras colocaba los servilleteros en la mesa. La cena estaba a punto de comenzar, y el plan de Chiara era tener una noche íntima y romántica con Violeta. Todo estaba listo para la propuesta, pero los nervios de Chiara estaban a flor de piel.

—¡Ah, ahí está! —dijo Chiara, aliviada al encontrar finalmente los servilleteros. Se los entregó a Martín, quien los colocó cuidadosamente en la mesa.

Ruslana estaba revisando los últimos detalles en la mesa, asegurándose de que todo estuviera perfecto. Chiara, mientras tanto, no podía dejar de caminar de un lado a otro, revisando una y otra vez cada detalle.

—Chiara, tranquila. Todo está perfecto —dijo Ruslana con una sonrisa—. Ya solo queda esperar a que Violeta llegue.

Chiara se detuvo y miró a Ruslana con una mezcla de nervios y emoción.

—Gracias por estar aquí. No sé cómo habría manejado esto sin ustedes. Son los mejores amigos que alguien podría pedir.

Martín se acercó y le dio una palmadita en el hombro.

—Lo haremos bien. Ahora, ¿quieres contarnos cómo piensas hacer la propuesta?

Chiara asintió, con una sonrisa nerviosa.

—Sí, claro. He planeado hacer la propuesta después de la cena. Quiero que sea un momento especial, así que he reservado una sorpresa para ella en el balcón. Tenemos una vista maravillosa de la ciudad, y me gustaría que ella lo viera mientras le hago la propuesta.

Melodias Cruzadas - KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora