Capitulo 30 - El comienzo de las mini-vacaciones

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La luz de la mañana se filtraba suavemente a través de las cortinas de la habitación de Chiara. El aire estaba lleno de emoción, como si los días previos hubieran estado cargados de expectativas. Habían hablado tanto sobre las mini-vacaciones que, finalmente, la realidad de que el día había llegado las llenaba de entusiasmo.

Chiara revolvía su armario, sacando montones de ropa que iba apilando sin orden alguno sobre la cama. Algunas camisetas acababan en el suelo, un par de pantalones descansaban medio colgando de una silla, y dos bikinis se encontraban olvidados en un rincón del colchón.

Violeta, que había llegado más temprano con su maleta perfectamente organizada, observaba la escena desde el marco de la puerta con los brazos cruzados y una ceja arqueada.

—Chiara... —empezó, su tono lleno de paciencia fingida—, no me digas que esto es tu "proceso" para hacer la maleta.

Chiara, distraída, se giró con una camiseta colgando de una mano y una expresión de confusión en el rostro.

—¿Qué? ¿Qué pasa?

—Lo que pasa —dijo Violeta acercándose lentamente, señalando el caos que reinaba sobre la cama—, es que parece que tu maleta es el escenario de un huracán.

Chiara soltó una risa, mirando a su alrededor como si de repente notara el desastre que había creado.

—Bueno, ya sabes cómo soy —dijo encogiéndose de hombros—. Tengo un estilo... creativo para empacar.

Violeta puso los ojos en blanco, aunque con una sonrisa juguetona.

—Chiara, una cosa es ser creativa y otra muy distinta es esto. No puedes meter todo en la maleta sin más. Mira —se acercó a la cama y empezó a doblar la ropa—, hay que tener un sistema. Primero, piensa en lo que realmente vas a necesitar. No hace falta que lleves cinco camisetas negras cuando probablemente solo te pongas una o dos.

Chiara se dejó caer en la cama junto a Violeta, mirándola con una sonrisa traviesa mientras esta última empezaba a organizar la ropa.

—Me encanta cuando te pones mandona, ¿lo sabías? —dijo Chiara, sonriendo mientras estiraba una mano para jugar con un mechón del cabello de Violeta.

Violeta trató de mantener su expresión seria, pero la sonrisa de Chiara era contagiosa. Soltó una risa suave y negó con la cabeza.

—Mandona no, solo práctica. Si te dejo empacar sola, terminarás olvidando lo esencial y metiendo cosas que no necesitas. Como la vez que nos fuimos a pasar el día en la playa y llevaste una chaqueta de cuero porque pensabas que podría hacer frío.

—¡Eh, podría haber hecho frío! —protestó Chiara, riendo—. Además, se veía genial.

—En una playa, Chiara. ¿De verdad? —Violeta la miró con una expresión de incredulidad.

—La moda no entiende de lugares —respondió Chiara con fingida seriedad antes de que ambas rompieran en carcajadas.

Pasaron la siguiente media hora organizando la maleta de Chiara. Entre bromas y risas, consiguieron reducir la pila de ropa a un conjunto razonable de prendas que realmente necesitaría para el viaje. Finalmente, cerraron la maleta con un satisfactorio clic.

—Bueno, lo logramos —dijo Violeta, levantándose de la cama—. ¿Ves? No fue tan difícil.

Chiara se levantó también y envolvió a Violeta en un abrazo por la cintura.

—Gracias por salvarme de mi propio desorden. No sé qué haría sin ti —dijo suavemente.

Violeta sonrió y le dio un beso rápido en los labios.

Melodias Cruzadas - KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora