02 | Sólo di que ya no me quieres en tu vida

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-Majestad

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-Majestad.

Felix se giró de inmediato ante la melodiosa voz de su Dama predilecta a sus espaldas, apartándose la barandilla del balcón donde antes reposaba con cariño, contemplando las majestuosas montañas cubiertas por el manto de césped y flores rosas, enalteciendo la llegada de la recién estrenada primavera.

Al volverse, su túnica de seda blanca con sutiles detalles plateados siguió la danza de sus movimientos, al igual que su largo y sedoso cabello rubio, anudado en una elaborada trenza tradicional hasta su esbelta cintura, delineada por el cinturón de hilos dorados de su atuendo.

-Jihyo. -Pronunció su nombre con una sonrisa tierna, el afecto hacia su más cercana confidente resplandeciendo en sus normalmente apagados ojos. -¿Sucede algo?

La dócil Omega de hebras negras le hizo una reverencia con lealtad, devolviéndole la sonrisa.

-Nada que deba inquietarle, majestad. Tan sólo vine a invitarle a su habitual paseo por los jardines, la hora se aproxima. -Susurra esto manteniendo la cabeza inclinada. Cuando Felix se acercó con pasos delicados y posó su mano en el hombro de Jihyo, ella enderezó la espalda, mirándolo expectante. -Permítame recordarle, además, que en pocos días el Rey del reino Oeste nos honrará con su visita. Por ello, el Alfa de nuestra Majestad ha dispuesto que este sea su último recorrido por nuestros jardines hasta que la estancia de tan noble huésped concluya. -La sonrisa en los labios de Jihyo adquirió un matiz amargo, una impotencia palpable por la injusticia que su mayor afrontaba día tras día. -De todas maneras, he dispuesto que preparen su caballo. Sé que disfruta pasear por los prados junto a Cyrene, cerca del estanque. Creí que le brindaría algo de alegría en estas circunstancias.

Felix dejó escapar un suspiro dócil y resignado, antes de negar con la cabeza, haciendo que su preciosa trenza ondeara en armonía, acompañando una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios.

Con cuidado, llevó su diestra a los cabellos azabaches de Jihyo, jugueteando con ellos en una risa leve, observando cómo su compañera se quejaba y bufaba, divirtiéndose tanto como él.

-Has obrado de manera maravillosa, mi doncella. -Pronunció con cariño. -Es un buen comienzo para mi encierro de las próximas dos semanas. -La sonrisa triste se manifestó en sus labios, pero fue rápidamente reemplazada por una expresión satisfecha. -Bien hecho, cachorra. Prepara todo, partiremos de inmediato.

Jihyo lo miró de soslayo, sus cabellos desordenados cayendo sobre su rostro en una escena divertida. Felix usó sus dedos para acomodarlos un poco, viéndola hacer una reverencia una vez más antes de girar sobre sus talones y dirigirse velozmente hacia las puertas para informar a los guardias.

Con tan sólo dieciséis años, Jihyo era la alegría de la vida de Felix, junto al Alfa que custodiaba su puerta, Bang Chan. A pesar del tiempo transcurrido en cautiverio, el Omega no había perdido su encanto natural, y ganarse los corazones de ambos fue fácil.

Youngblood || HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora