14 | Cuando estés mirando a esos extraños, le pido a Dios que veas mi rostro

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En la estancia palaciega, la furia había desencadenado un oscuro conflicto

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En la estancia palaciega, la furia había desencadenado un oscuro conflicto. Felix, temblando de terror, recorría los pasillos solitarios con sus pasos resonando como susurros. Su ser, manchado con la esencia vital del propio rey, sostenía con firmeza su vientre mientras la seda blanca de su atuendo se teñía de carmesí. Las lágrimas, prisioneras en los confines de sus ojos, y la desesperación, un yugo gélido que aprisionaba su corazón.

HyunJin estaría enfurecido. Felix emergió de sus aposentos, desafiando las órdenes de la peor manera posible. A pesar de los clamores de su conciencia que le instaban a regresar, a corregir su desobediencia, a implorar perdón en todas las lenguas conocidas, él persistió en su huida. Los pasillos se multiplicaban ante él, y sus pulmones se inflaban al chocar con las paredes mientras aceleraba su fuga.

Corría en pos de su libertad y la de su pequeño cachorro, sin permitir que HyunJin lo alcanzara, ni que los guardias intervinieran. Con la certeza de que la servidumbre conocía ya la situación, y que la festividad en la primera planta se desvanecía, los pasillos desiertos pronto se llenarían de almas buscándolo para presentarlo ante el rey.

La cocina, un refugio anhelado. Debía alcanzarla antes de que el cerco se cerrara. JiHyo lo aguardaba allí, su único recurso tras la interrupción del plan con Chan. Sólo podía confiar en la perspicacia de su compañera para idear un nuevo rumbo juntos.

Mientras sus muslos ardían y sus pulmones imploraban oxígeno, giró en un pasillo, a escasos metros de la cocina. Su figura agitada colisionó con otra más pequeña pero igualmente tensa y apurada. Reconoció el aroma de JiHyo al instante.

Ella lo evaluó con rapidez, sus ojos abriéndose con terror al ver la sangre resplandeciente y el rostro pálido y ojeroso del omega.

—¡Majestad! ¡Oh, Luna! D-Dígame que está bien, ¿¡de dónde salió toda esa sangre-.. !?

—No es mía. —La cortó con un jadeo dolorido, mientras JiHyo sostenía sus codos con manos temblorosas, sus dedos aferrándose a la delgada seda. —Estoy bien, sólo me golpeó en la nariz. E-El resto de la sangre no es mía.

JiHyo asintió, sorprendida. ¿Era la sangre del rey? Parpadeó varias veces, concentrándose. Sin embargo, eso no importaba; debían escapar. Observó el pasillo y las múltiples esquinas alumbradas por antorchas; ninguna sombra, excepto la suya y la de Felix.

—Hace… hace frío. No puede salir así. E-El cachorrito.. —Sintiendo la abrumación, agitó la cabeza. Sabía que su mayor se encontraba en un torbellino de adrenalina y temor. Ella sería su guía, estaba decidida. —Todo el palacio lo sabe. Sé que nos encontraríamos en la cocina, pero es un caos allí dentro. Por eso salí a buscarle. Ahora… ahora debemos buscar a Chan afuera. Continuar con la otra parte del plan. ¿Me escucha claramente?

Afuera. Estaba a punto de liberarse. JiHyo lo sacudió, exasperada.

—¡Majestad! F-Felix, estoy rogándole que se concentre. Sólo un poco más, tenemos que marcharnos. Aprovechemos el disturbio antes de que organicen la búsqueda. —Su ceño fruncido, sus ojos brillando entre nervios y determinación. Un contraste peculiar que conectó a Felix con la realidad circundante.

Youngblood || HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora