04 | Tú me empujas y yo me voy alejando

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En el crepúsculo de la jornada, Felix tarareaba una melodía de cuna que tejió sus sueños durante la noche, mientras sus dedos danzaban con serenidad y destreza, dirigiendo el pincel con maestría acumulada en los quince años de su arte pictórico

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En el crepúsculo de la jornada, Felix tarareaba una melodía de cuna que tejió sus sueños durante la noche, mientras sus dedos danzaban con serenidad y destreza, dirigiendo el pincel con maestría acumulada en los quince años de su arte pictórico.

Ante él, el lienzo se hallaba engalanado con la visión de las majestuosas montañas de Évrea, las mismas que su mirada podia contemplar durante el día durante las ventanas que iluminaban su estancia.

Con la yema de su meñique, trazó delicadamente pequeños puntos que delineaban la suave nevada que comenzaba a cubrir las hermosas flores primaverales, ahora sometidas al invierno. Los días cálidos quedaban atrás, cediendo su lugar a ráfagas de viento y lluvias torrenciales.

El gélido ambiente lo condujo frente a la chimenea ardiente, dónde el fuego compartía su quietud y sosiego, brindándole su cálido abrazo. Sus pies descalzos acariciaban la esponjosa alfombra bajo ellos, y al suspirar, contemplaba con admiración su obra casi culminada.

De pronto, suavemente resonaron golpecitos en la puerta, anunciando el retorno de su doncella desde el pueblo. Elevando la mano en un gesto sereno, indicó a los sirvientes que ordenaban su estancia que informaran a los guardias que podían permitir la entrada, aceptando la visita.

Los conocidos pasos apresurados de Jihyo arrancaron una sonrisa a Felix. Girándose en su asiento, donde pintaba, se encontró con la presencia de una abrigada Omega que portaba numerosas bolsas de cuero y un ramo de flores algo mustias, pero no carentes de su hermosura.

-Majestad, ¡el pueblo le ha enviado regalos! -Anunció Jihyo con una sonrisa que revelaba su entusiasmo. -Por favor, permítame mostrarle. Estoy segura de que le levantarán el ánimo... ¡Oh, Lunas, lo ha terminado! ¡Es verdaderamente encantador! -Dejó las bolsas a los pies del monarca y corrió hacia el lienzo, emitiendo un pequeño chillido exclamativo. -Realmente posee un don para la pintura.

A continuación, le entregó un ramo de azaleas blancas con toques azulados. Felix, consciente de la fragilidad de estas flores ante el invierno, se conmovió al imaginar el cuidado dispensado para preservar su belleza casi inalterada. Aunque efímeras, podría deleitarse con ellas durante un breve lapso.

-Es un placer que sea de tu agrado, querida. Evita tocarlo hasta que se seque por completo. -Advirtió, entretenido por las expresiones asombradas de Jihyo, antes de inhalar la embriagadora fragancia floral de las azaleas, evocadora de su hogar en Bepsea.

Jihyo, casi embelesada, musitó mientras admiraba el cuadro. -Es casi tan hermoso como el que pintó para mi cumpleaños. ¡Todo lo que pinta lo es! -Jihyo se sentó a sus pies, cruzando las piernas para explorar las bolsas y los paquetes que reposaban en sus muslos. -¿Podemos abrirlas? La incertidumbre me resulta insoportable...

Felix, risueño ante la natural ternura de su doncella, acarició su cabello mientras protegía el ramo de flores. -Por supuesto que podemos. Adelante, ábrelas para mí.

Youngblood || HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora