06 | Tú me das y yo recibo

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-Alteza el rey aguarda en sus aposentos por usted, mi noble majestad

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-Alteza el rey aguarda en sus aposentos por usted, mi noble majestad.

Felix alzó los ojos del pergamino que sostenía entre sus manos. A sus pies, Jihyo, quien escuchaba el cuento mágico y ficticio que el omega le relataba, se tensó, apretando la vestidura ajena entre sus manos vueltas puños.

-Ha demorado más de lo que anticipaba. -Murmuró entre un suspiro, resignado. Acarició los cabellos castaños con sus dedos en un breve gesto de afecto, consciente del temor de su doncella. No obstante, Felix carecía de temor, aunque debería, eso lo sabía.

Pues no había cometido agravio alguno, y así lo entendía. Lo que sí era discutible, era la ira de Hyunjin. No era secreto alguno en el palacio el sentimiento posesivo que el rey albergaba hacia su Harem. Lo cuidaba como si lo necesitara de verdad. La noticia de que su joya había sido castigado con diez azotes en cada mano, seguramente no sería bien recibida.

Dirigió una sonrisa tranquilizadora a Jihyo antes de ponerse de pie desde el cómodo sofá, alejándose de la cálida chimenea. Dos de sus donceles me siguieron hasta la puerta. Al abandonar sus estancias, doce guardias le resguardaron en el trayecto hacia el lado norte del palacio.

Guardó silencio, con Chan fielmente a sus espaldas, consciente de que el Alfa deseaba tomar su mano, como solía hacerlo en la privacidad de su alcoba. Por obvias razones, tal gesto resultaba imposible, y percibía la impotencia en el joven alfa, así como los lamentos de su lobo. Disfrutaba del tacto del chico; sus feromonas, fuertes y a la vez suaves, calmaban el constante palpitar de su corazón contra su garganta.

No obstante, y como era su costumbre, su rostro no reflejó turbación. Mantuvo un semblante serio y facciones dóciles, habiéndose adiestrado para no ceder ante las emociones de su lobo y las propias.

Sin resistirse, al tener las puertas de las estancias de su alfa frente a sí, movió su brazo en un gesto sutil hasta rozar sus dedos con los de su guardia, sintiéndole corresponder al extender los falanges y rozar las yemas con cariño. Sonrió ante aquello, inhaló profundamente y señaló a los guardias que custodiaban ambas puertas para que anunciaran su llegada.

Podía percibir las feromonas intensas de Hyunjin, ácidas y penetrantes, con ese matiz que le hacía anhelar arrodillarse y frotar su cabeza en la piernas del alfa sólo por recibir una caricia. A pesar de que su lobo albergara resentimiento hacia el rey, la marca y el lazo entre ambos le instaban a buscarle al final del día, suplicando por su toque y calor.

Y eso era algo que Felix aún no podía aceptar sin ceder al llanto.

-¡Hwang Felix, consorte real évreano!

Ante el anuncio, las puertas se abrieron casi de inmediato, revelando el lujoso recibidor de la inmensa habitación.

Aunque su posición jerárquica no lo exigía, reverenció a los alfas que le abrieron la puerta y a las betas que le escoltaron dentro de las estancias del rey. Pronto, el aroma de Chan se desvaneció de su olfato, y el de Hyunjin le embriagó.

Youngblood || HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora