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Mini maratón 2/2

Tres días después.

Tres días de mi desmayó. Tres días de aquella noticia, noticia que recordé al día siguiente de mi desmayo. Te mentiría si te digo que no me he preocupado, pero la verdad es que si lo hago. Lo hecho todo este tiempo, al inicio no podía dejar de llorar. Se que tan solo han pasado días, pero me he dejado de lado todo, mis clases, tareas, mi escritura, todo lo que disfrutaba, ahora paso a segundo plano. Claro, Jake junto a mi hermano me hicieron ir a terapia. Durante toda la hora, la doctora Jenny estuvo escuchándome llorar. En ningún momento se quejó. Lo cual agradezco. Sin embargo, necesito estar con ella. 

- Segura, que estarás bien. - La voz de mi hermano me trae de vuelta a la realidad. 

- Si. 

Tengo que agradecer a mi hermano al convencer a mis padres para pagarme el boleto de avión. 

- Pasajeros del vuelo 230, con destino a New York, abordar por la puerta 5. 

- Bueno. - Me puse de pie. - Nos vemos en tres días. - me despedí de mi hermano y Jake. 

Tuve que caminar hacia la alada norte del aeropuerto, pero una vez que estuve en la puerta y me revisaran mi ticket me dejaron abordar, empecé a buscar mi asiento, el cual resulto ser el de la ventanilla. Jamás había viajado afuera del país, y el estar haciéndolo me tiene un poco asustada y emocionada. 

La verdad no recuerdo mucho del vuelo, lo único en lo que podía pensar era en lo que haría cuando estuviera junto a ella. En cuanto salí de la zona de llegadas, tuve que pasar por migración y luego a recoger mi maleta. Una vez ya con mis cosas, fui a la salida sur, donde había quedado de ver a Mary. No tarde mucho encontrarla. Ya que traía un pequeño cartel con mi nombre, al acercarme me quede impresionada al verla. Se trataba de una señora de unos cuarenta años, de tez blanca, melena roja, los mismos ojos que Emm, vestía igual que yo, - unos pantalones de algodón color gris, junto a una sudadera - me acerque lentamente hacia ella, como me daba la espalda no me había visto, así que tuve que tocarle el hombro. 

- ¿Lea? 

- Si. 

- ¿Qué tal el vuelo? 

- Bien, aunque no recuerdo mucho - Confese. - No pude dejar de pensar en ella. 

- Mi cielo. - Me abrazó. 

- ¿Cómo esta? - Sentí un nudo en la garganta. 

- Aún no se despierta. - Sentí un vació en el pecho. - Fue una cirugía de alto riesgo, aún puede pasar lo... - No pudo terminar la frase. - ¿Quieres ir a la casa o al hospital primero? 

- Quiero verla. 

Solo eso le basto, para empezar a caminar hacia el coche, una vez en el encendió la radio, para que no fuéramos en un silencio. Siempre soñé con este momento, de todas las veces que lo hice me creaba diferentes escenarios, donde nos podíamos conocer, pero jamás me imagine esté. 

Tan solo nos tomó treinta minutos llegar al hospital, aunque era bastante moderno tenía lo mismo que los demás. Me sorprendió mucho, ver que la madre de Emm iba saludando a cada uno de los doctores y las enfermeras. Tuvimos que ir hasta el lado norte, a este punto yo ya estaba más perdida. Así que solo me dedicaba a seguir a Mary. Dimos vuelta en uno de los pasillos, y nos detuvimos justo enfrente de uno de los cuartos. 

- ¿Lista? 

No, nunca estaré lista. Pero tenía que verla, así que tan solo un asentimiento mío le basto, para abrir la puerta. Entre a paso lento, mientras más entraba más sentía las ganas de llorar. Todo era blanco, en un lado de la habitación había aparatos que monitoreaban los signos vitales de mi amiga. No sé en qué momento, me acerque lo suficiente, que ya tan solo nos separaba una pequeña distancia. Al verla no pude evitar dejar salir un par de lágrimas. Su piel estaba pálida, sus labios ahora estaban partidos y resecos. Su melena estaba desordenada, sin mencionar los miles de cables que tenía en su cuerpo. 

Mi LuciérnagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora