DEL NADAISMO

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Nunca pensé que la guerra me tocaría,

hasta que oí a la abuela mencionar el caballo de su padre,

aquel que en una noche turbia llegó anunciando con su relinche,

que aquellos del pañuelo azul, lo habían asesinado. 


Días después ese mismo caballo vuelve a casa,

con la noticia del rio cobijando el cuerpo de mi bisabuelo;

en ese entonces, mi abuela decide partir de su pueblo,

con su madre, sus  pequeños hermanos y sin más,

no queriendo jamás que una guerra absurda le siguiera

arrebatando su familia. 


Llega a la capital, sin el fiel amigo de su padre,

él se ha quedado en el pueblo, esperando algún día volver

con noticias de Victoria. 


La abuela, cada tarde lo esperaba en la ventana de un horizonte gris,

pero el caballo, nunca regresó

Quizá se perdió entre la blanca niebla de una desconocida sabana,

Quizá las heladas color hielo de la madrugada lo congelaron, 

Quizá en su camino, los del "trapito azul" lo cazaron obligándolo

a dejar su liberal vida y lo domesticaron a una más conservadora.


La abuela vuelve a la ventana, recordando sus memorias donde

habitan dos colores que al mezclarlos se convierten en gris Bogotá,

habitan los días en que la bruma la recibió sin nada, dándole todo,

habita el abandono del cual el bipartidismo tuvo la culpa,

el vacío de haber criado tres hijos sola, ya que el amor también la dejó

sin tono, para ir al opuesto del azul y el rojo.


Veo como de sus ojos almendrados, salen lágrimas transparentes,

termina su relato... y yo....

Yo solo puedo verla con el rojo sangre de mi bisabuelo recorriendo mi ser,

puedo verla con el marrón del caballo, con el ocre del Magdalena 

cuyo nombre a mi madre hace honor, 

puedo verla con el plateado de su cabello y con

el oro riqueza de su corazón. 

08-05-2024.












Diarios de un caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora