Intruso visitante

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Luego de volver a la agencia en Londres al modo normal como le prometió a la joven médium. Charles acompañaba a Crystal para evitar que ella caiga en otro tentador demonio mientras Edwin se quedó a terminar de limpiar el resto de desastres que había dejado meses atrás, cuando se estaban ocupando en resolver los asuntos en Port Townsend.

Siendo un fantasma tenía todo el tiempo del mundo y no sentía cansancio, sueño ni hambre pero al ocuparse de los asuntos en otra área consideró importante dar un mejor orden a su escritorio y agencia para que incluso Charles pudiera saber dónde están las cosas porque al parecer él era el único que sabía dónde está ubicado cada cosa en esa agencia.

Luego de acomodar algunas cosas, Edwin decidió ir a sacar unas cosas inservibles fuera abrió la puerta porque le fue imposible sacarlos atravesando la puerta y para cuando volvió a la agencia  a descansar en su escritorio de siempre, se percató que tenía un intruso. Un gato de pelaje color gris se había acomodado en el sofá que tenían en la agencia y aparentemente estaba dispuesto a echarse una siesta en su nueva cama.

—Oye gato, no puedes estar aquí. —dijo Edwin al intruso.

El gato levantó la mirada hacia Edwin pero pareció hacerle caso omiso y volvió a cerrar los ojos. Edwin había conocido gatos así de confiados antes pero éste era demasiado así que decidido a quitarlo de su sofá y echarlo afuera de su agencia, se dispuso a cargarlo en sus brazos al pequeño intruso; pero cuando extendió sus manos, una humareda cubrió su peluda figura y se extendió una venuda mano entre el humo que sujetó una de las manos de Edwin y las jaló al mueble. Edwin perdió el equilibrio y cayó de cara sobre el sofá y su primer pensamiento fue la preocupación por tener al gato aplastado bajo su cuerpo pero a la vez se encontraba confundido por la mano que vio y que lo jaló. Hasta que la misma mano se posó frente a su cara apoyándose sobre el cojín del mueble y una conocida voz volvió a susurrarle a sus espaldas.

—¿Me extrañaste?

Él se giró de inmediato y dio la cara al dueño de la voz que se le hacía muy familiar. Y fue grande su sorpresa ver a la figura humanizada del Rey Gato sobre él.

—¡¿Có-...

—Shh, shh, shhh.—Su majestad posó su dedo en los labios de Edwin para calmarlo—. No es necesario que grites para preguntarme eso y no me has respondido la pregunta.

—No. —Edwin respondió de manera cortante—. ¿Cómo entraste aquí? ¿Por qué estás aquí? ¿No se supone que tienes un reino que proteger?

—Bueno, yo sí te extrañé. Y, respondiendo a tu pregunta, entré por la puerta que dejaste abierta y estoy porque quise darte una visita sorpresa. Por último, un rey también necesita sus vacaciones, ¿no crees?

—Fue a penas unos días que nos despedimos ¿Cómo lograste viajar desde Washington a Londres?

—Digamos que tengo un par de trucos que aún no te los mostré.—dijo el rey en un tono de diversión

—Entiendo.

Edwin no dijo más pero sujetó de los hombros al Rey Gato para separar las distancias que aparentemente el Rey estaba dispuesto a seguir acortando... Una vez que logró quitárselo de encima, se puso de pie y se acomodó su ropa. Quiso acomodarse su corbatín pero olvidó que se lo había sacado para hacer la limpieza y sus dedos solo rascaron el espacio entre el cuello de la camisa. El Rey siguió sentado en el mueble y se puso más cómodo en ese lugar para observar con deleite el cuello descubierto del fantasma. El más joven se sintió un poco incómodo y retrocedió tratando de cubrirse el cuello con su camisa y continuó tratando de mantener la calma.

—Bueno, ya me diste la visita sorpresa, quedé muy sorprendido. Ya puedes irte.

—Oh, vamos. No vine sufriendo horas de viaje para que me eches en dos patadas. Por lo menos dame una digna bienvenida.

sin titulo todavíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora