Bajo la Niebla Limeña

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Jueves 09 de mayo, 4:30 pm

Breña me espera
para una visita formal pero breve,
apenas cinco minutos.
Debo hacer transbordo en Miraflores.
El nombre de Miraflores 

siempre me evoca recuerdos tuyos.

¿Será que nos podamos ver?

Miedoso, consulté al péndulo
si volvería a verte antes de partir del país.
Mantuve las emociones
y expectativas al margen,
para no alterar respuestas.

Y mi fiel instrumento osciló 

en el sentido horario de la Tierra
dándome un "sí".

Pregunté en qué avenida sería la "coincidencia",
dónde vería tu rostro simétrico.
¿Será Alcanfores? Pendió de norte a sur y de sur a norte. 

No.
¿Será en Benavides? Sí.

Me quedé frío y dudoso si mi prospección 

había salido bien o mal.
A veces me equivoco.

4:45 pm

Salí a tiempo pero perdí el bus.
Se me hizo extraño pero buena señal.
Raramente, llegó otro igual al minuto,
eso es poco común, pensé.
Vamos ahí, harán carrera.

Llegué mucho antes,
así que hice hora.
Me metí al baño del grifo.

Toda una experiencia seguir aprendiendo 

a entrar a los baños de "hombres".
Estar en transición es,
cómo explicarlo,
una verdadera odisea.

Caminé lento bajo la niebla limeña,
lamentándome darle tiempo e importancia 

a alguien que...
se salió de mi vida de golpe.
Seguí caminando,
aprovechando ver las calles.

Ella no tenía cuándo pasar,
así que supuse que fallé
al prospectar con el péndulo.
No sé por qué cambié de dirección,estaba triste,
no sé si por ego herido
o porque no la vería a ella.

En dirección a Benavides,
aparece una chica delgada 

de casaca ceñida color blanco.

Reconocí su rostro en forma de corazón,
la caída de su cabello
y su mandíbula tan finita.

Era ella, ¡uffff, mi corazón se volcó!
Después de medio año veía aparecer su andar 

en esa calle.

Llevaba unos jeans que,
no sé si le contorneaban bien la figura 

o era ella la que les daba vida.
Vaya caderas definidas,
piernas largas y de muslos robustos,
de esos que te aprietan bien.

Su casaca le daba a la cintura.
Destacaba bien sus curvas,
Verla me lleva a la locura,
como siempre.

Me puse nervioso y caminé pausadamente, 

respirando profundo.
No sé por qué ella me altera así.
Olvidé por unos segundos todo esto
y percibí una fuerte presencia a mi lado derecho.

Volteo y... mi boca cayó al piso,
mis ojos se hicieron platillos
en medio de la pista me quedé plasmado.
La miré fijamente mientras caminábamos, y ella...
ni cuenta, como siempre, distraída.

Ella giró a verme y no me reconoció.
Ha cambiado un poco mi aspecto.
La saludé con un gran ¡Hola!
Ella se sorprendió y sonrió ampliamente,
sus ojazos expresivos adornados
de sus cejas alzadas de sorpresa.

- ¡Hola! ¡No te vi! - Dijo ella nerviosa.
- ¡Yo tampoco! - Dije muerto de emoción.

Pareciera una famosa para mí,
la he endiosado.
Grave error, pero es que la admiración 

no se me va.

Llevaba un cigarro,
típico al salir de trabajar.
Se fuma uno hasta alcanzar el bus.

- ¿Fumando? - Le dije algo serio.
- Sí. - Respondió ella con relajo 

y dándole otra pitada más a su lucky.

La miré de pies a cabeza,
siempre me gustó su forma de combinar sus outfits.
Creo que se notó que la devoré con los ojos 

sin pena alguna.
Ella me conoce.

La conversación fue forzada,
con silencios largos e incómodos 

porque ella no da ese paso.
Me esforcé en preguntarle cómo estaba,
sin mirarme y con la cabeza en alto me dijo:

- Bien, ¿y tú?
Le respondí lo mismo.
Nervioso, le pregunté por el día de la madre,
ella lo es.
Una muy sexy, por cierto.

Conversamos una nada,
sentí nostalgia de querer abrazarla así como antes, 

pero ella ya volteó la página.
Tuvimos contacto visual muy fijo
lo cual es raro en ella
porque si se intimida, te evade.

Me despedí rápido, aprovechando el primer bus que vi, 

y me acerqué a besarle la mejilla.
Fue más una caricia que un beso.

Quería sentirla.

Se puso nerviosa,y le cogí de la cintura
por puro morbo.

- Feliz día, le dije guiñándole el ojo
Y acariciándole suavemente la cintura.
Sonrió y clavándome la mirada, agradeció.

Subí al bus y me fui a la parte posterior 

para verla en el paradero de siempre.
Donde habíamos coincidido antes 

pero de manera más bonita,
más juguetona.

Noté que ella miraba hacia mi bus
(o al menos eso quiero creer, ja)
y luego se fue esfumando su figura.

Estuve estupefacto, sin exagerar,
alrededor de 30 minutos.
Había predicho muy bien.
Me quedé pensando en ese saludo.
Qué difícil saludar así a alguien 

que apoyaba sus pantorrillas en mis hombros.

A alguien que, se emocionó por
conocerme, que le gustaba besarme,
que me pedía que la toque.
Y yo, quería asumirla.
No la quería para pasar el rato.

La vi buena chica...

Hay mujeres que me maravillan
con su presencia.
Con su andar, con su ser.
Pero hay una en particular,
que me derrite como hielo al sol.
Es mi talón de Aquiles.

Y desde hace más de un año,
yo simplemente,
no la puedo olvidar.

Dedicatorias: Reminiscencias de un Amor EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora