🦢Idear un Plan 🦢

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Ingresamos al señor Lombardi a la sala de cirugía; no fue fácil ya que una de las balas se quedó dentro de su cuerpo, las otras heridas si tenían agujero de salida. Además él decidió que quería anestesia local para estar consiente, sin tocar el hecho de que no quiso quitarse un collar que carga puesto, y sus hombres que nos tenían apuntados con sus armas toda la cirugía. Fue un infierno, no tanto como el de los gusanos, pero si fue complicado.

Margot se encargaría del señor Lombardi anoche, yo por mi parte a penas amaneció, fui a  hablar con el Dr. Alexey en su oficina.

—No debió tratarme así, no debe tratar así a nadie.— dije con cierta molestia, — No por ser sobrino del gerente del hospital debe comportarse como un idiota, con todo respeto claro.

—Eres muy molesta Alessandra, pero debo admitir que follas muy bien, solo por eso estas aquí.— creo que notó la vergüenza en mi rostro, — No pongas esa cara, te encanta gemir mi nombre y después decirle a los demás que me odias.

—No diga esas cosas aquí, cualquiera lo puede escuchar y estaremos en problemas.—él negó mientras me veía serio, sus ojos avellana se tornaron más oscuros.

—Yo no soy quien estará en problemas, pero tú si. — con unos pocos pasos acortó la distancia entre nosotros y puso sus manos en mi cintura, —Haz subido un poco de peso, — asentí , lo que dijo era cierto, había dejado de ir a trotar y tenía un par de kilos demás pero yo me sentía bien, —Bueno, necesito que bajes esos kilos que subiste, hoy te haré mía así, pero para la próxima solo te dejaré con las ganas, no me gustan las cerditas.

¿Pero qué carajos dice? Enserio quiero golpearlo ahora al malnacido este.

—No veo nada malo tener unos kilos demás, sé que puede ser malo para la salud pero no son muchos, a parte, no te refieras así a las chicas rellenitas, se escucha horri-.— no termine de defenderme cuando me calló con un beso muy apasionado.

Alexey quitó mi bata con un solo movimiento, mordió mi labio para separarse del beso. 

—¿Vas a seguir quejándote o dejarás que te coja en mi escritorio?, — me habló mientras quitaba su bata para después dejarla en un lado de su escritorio.

Me impresiona como me está hablando en estos momentos, pero debo confesar que me me excita.

No dije nada aunque dolió y solo me acerqué a él y beso mi cuello, sé que dejó marcas, su perfume Dior me gusta pero no es mi favorito.

—Eres tan pequeña, me gusta. — bajó mis pantalones y me cargó para sentarme en su escritorio, — Me gustan tus muslos.

Siento su apretón y suelto un leve jadeo. De solo verlo me caliento más.

Con eso Alexey quitó su camisa dejando ver sus pectorales y su abdomen tan marcado, Dios quiero lavar mi ropa ahí. Lo seguí, quité mi camisa y mi brasier, sin pensarlo el atacó mis senos besandolos y chupándolos desesperadamente.

—Ah... Alexey c-con cuidado. — me encantaba.

—Shh, no me interrumpas, sabes que lo odio. — lamió uno de mis pezones y solo asentí, lo quería dentro de mí, quería suplicarle, quería sentirlo.

Él bajó sus manos acariciando mi cuerpo hasta llegar a mi intimidad. Hizo mis bragas a un lado y acarició mi humedad, yo clavaba mis uñas en sus hombros mientras Alexey movía sus dedos ahí.

—Te mojas muy rápido, Aless, siempre me lo haces fácil. — no pudo seguir hablando porque alguien tocó la puerta.

Maldición.

—¿Esperas a alguien?. — susurré y él negó.

—Vístete rápido — me mandó, obedecí mientras los golpes seguían, eran leves pero no lo hacia menos aterrador, terminé de vestirme y el habló. —Ya voy.

Alexey abrió la puerta y pude ver a una mujer rubia, sus labios pintados de rojo, delgada y mad alta que yo... Era muy hermosa.

—Oh, cariño no sabía que estabas ocupado, pero como no contestabas me preocupé. — dijo mientras dejaba un beso en los labios de Alexey.

¿Tenía pareja y no me había dicho? ¡Que mierda!

—No te preocupes amor, mira ella es mi mano derecha, Alessandra Boschetto, Aless, ella es mi esposa Eleonora.

—Mucho gusto. — me acerco y nos damos un apretón de manos, me siento fatal, —Bueno yo debo ir a ver al señor Lombardi, tengan buen día. — le di un mirada molesta a Alexey salí de ahí.

—¿Es otra de tus putas amor? Me gusta que las busques inferiores a mi pero ella es muy linda. — escuchar eso me hizo pensar que los dos estaban locos, solo fui a la habitación del Lombardi ese.

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Nicolai Lombardi

Está clínica es muy elegante debo admitirlo, ni siquiera parece una, lo que no me agrada para nada es estar en una maldita habitación con está enfermera estúpida.

¿Que mierdas hacía Alexey? No le voy a pagar nada.

—No quiero que me toques Margarita. — alejé mi brazo de sus manos, no era tan agresivo debido a los medicamentos que tomé antes.

—Señor, mi nombre es Margot, no Margarita. — pude ver el enojo en sus ojos grises,—Tenga un poco de respet-

—No me da la gana demostrarte mi respeto, eres una simple garrapata que si me apetece, puedo matar cuando quiera. — perfecto ya no dirá nada la Marisol esta.

Vi como se alejó en silencio hasta una esquina de la habitación, mis guardaespaldas solo estaban como estatuas, ya nadie molestaría, podía descansar para después matar a los desgraciados que me hicieron esto.

Cerré los ojos por unos mí, hasta que la escuché a ella, la atrevida de anoche que quería abusar de mí.

—Buen Día, ¿Cómo se siente señor Lombardi?. — abrí mis ojos y la mire de pies a cabeza, pude ver su incomodidad.

—Supongo que bien, pero no tanto como usted, ya quisiera que me hubiesen dado mi mañanero. — ese chupón era muy notable, creo que ya se lo que sucedió.

—No se a que se refiere señor. — mentirosa, se acercó, —Ya Margot le puso la inyección para el dolor, supongo.

—No, no quiero que ella me toque. — admití, —No necesito medicamentos así estoy bien, ya debo irme. — a la mierda lo de tomarme un descanso.

—No puede irse señor, no lo he dado de alta y no creo que lo haga por unos días, si, es cierto que está en perfecto estado, pero igual debemos seguir observando su recuperación y recuerde su brazo, está fracturado. — ya entiendo porque no dejo de mirarla, esa elegancia al hablar, su postura y gestos, es como un hermoso y delicado cisne.

—Bien, puedo quedarme unos días, pero como sabrá, no debo estar mucho tiempo en un solo sitio por mi trabajo. — quiero ese  tesoro, —Y tengo una condición, solo usted puede atenderme, no quiero a Mirasol, Margarita, o como sea que se llame Petunia. Seré atendido solo por usted. ¿Me entendió?

—No puedo atenderlo cada que lo necesite señor, tengo más pacientes, por esa razón está Margot, para ayudarme. — ella le dió una mirada a Marta, quien le negaba aterrada, que simple, ni siquiera ha visto mi verdadero ser y ya esta asustada, —Bueno, si me haré cargo de su cuidado pero no será mi prioridad, espero que le quede claro.

—Por supuesto, doctora, tenemos un trato.

Es hora de idear mi plan.

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𝑯𝒐𝒍𝒊𝒔 𝒚 𝒄𝒉𝒂𝒐.

𝑯𝒐𝒍𝒊𝒔 𝒚 𝒄𝒉𝒂𝒐

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Bajo la Sombra de un Hermoso CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora