Volver a casa.
Era todo en lo que podía pensar Prem mientras esperaba en un cuarto atestado y sobrecargado por la falta de ventilación. En su casa, su familia era acomodada, no había tenido que hacer grandes esfuerzos y le habían permitido dedicarse a escribir y pintar, sus grandes pasiones.
Aquella noche cuando Boun fue a verle todo parecía muy fácil de urdir. Boun y él llevaban viéndose un tiempo, estaban a punto de hablar con las familias. Cuando el padre de Boun volviera de Australia, éste le contaría todo a sus padres y hablarían con los de Prem para concertar un compromiso.
Luego todo se complicó. El padre de Boun estuvo muy enfermo, sus padres se enteraron de los matrimonios concertados y creían que era muy adecuado para su hijo ir a Europa, conocer mundo y encontrar un alfa.
Se habría negado a ello y probablemente se hubiera salido con la suya, pero Boun no podía ir a verle y cuando lo hizo le contó que sus padres le iban a enviar a Inglaterra. De repente todo el mundo estaba muy apresurado para emparejar a sus hijos. Había más casos como el suyo, la inestabilidad política y el miedo a una ocupación del país combinado con una peligrosa buena economía que hacía su tierra natal un caramelo para las grandes potencias.
Prem sabía más de eso de lo que normalmente debería un omega y tenía su propia opinión al respecto, pero nadie le dejó hablar. Sus padres estaban emocionados con la idea de concertar su matrimonio con un caballero inglés, conocedores de que su hijo no prefería a las damas, que perteneciese en parte a la sociedad del Imperio Británico, que pudiese viajar por Europa y dedicarse al arte. Iban a encontrarle un marido ya desde allí, para asegurarle un buen matrimonio.
Él les había dicho que estaba de acuerdo pero que no quería casarse con alguien a quien nunca hubiera visto, así que accedía a viajar con la condición de que le enviasen unos ingresos regulares temporalmente mientras conocía a alguien de su agrado. Había empresas que se dedicaban a eso, agencias que emparejaban a alfas y omegas que buscaban una relación confortable antes que arriesgarse a nunca conocer a su destinado.
Boun y él lo habían hablado. Esa última noche. Había llegado y le había contado que todo se había escapado de su control. Prem nunca le había visto llorar hasta aquel momento.
Habían empezado a hablar interrumpiéndose mutuamente, habían llorado de impotencia juntos y finalmente habían tomado una decisión. Boun iría primero, esperaría por el, que le contactaría al llegar mediante un anuncio en el periódico y así podrían reunirse y llevar su relación a la cómoda legalidad. Luego volverían y les contarían a sus padres como sorprendentemente se habían encontrado allí.
Aquella noche Prem había perdido su virginidad. Boun le había respetado hasta esa noche, pero ninguno pudo controlarse más. La boda que parecía cercana ahora se antojaba lejana y ninguno de los dos quiso controlar a sus cuerpos. No se arrepentía para nada.
Ni siquiera ahora, allí, en aquel cuarto. Las cosas no habían sido tan sencillas. Sus padres tardaron más de lo que esperaba en buscar una agencia y ahora además se daba cuenta de que les habían estafado. El viaje fue más largo para ahorrar costes, el camarote no había sido individual y ahora mismo sentía que le trataban como a ganado.
Durante el viaje, un compañero se había sorprendido de su inocencia.
-Esta no es esa clase de agencias. Esta se limita a colocarnos donde mejor les convenga. Incluso hacen una especie de subasta. Tienes suerte porque no se van a arriesgar a usarte para ganar dinero vendiéndote a varios antes de buscarte un marido al que no le importe un omega manoseado.
Suerte. No se sentía nada afortunado en esos momentos. Las cosas habían seguido un rumbo inesperado y ahora se encontraba esperando a que le entrevistasen los socios ingleses de la agencia.
Su porcentaje era del cincuenta por ciento de lo que habían ganado los tailandeses. Ahora comprendía que su modo de trabajar era generar el mayor dinero posible para repartir.
Cuando por fin le llamaron, creyó que por fin tendría una oportunidad de que alguien le escuchase. Nunca en toda su vida había utilizado el "usted no sabe quién soy" pero de verdad en aquel momento creía aún que podría cambiar las cosas cuando comprendieran que él no era como los otros, que él estaba bien posicionado y sus padres estaban dispuestos a pagar por un alfa que consintiera que se dedicase al arte y la escritura y que no quería compartir alojamiento con nadie. Sus padres le habían abierto una cuenta en el banco para sufragar gastos mientras encontraba pareja.
Se sentó en una silla de madera. Una ventana abierta le liberó un poco de la asfixia que sentía.
-Buenos días. Me temo que ha habido una equivocación...
Se apresuró a sacar su mayor tesoro. Su red de seguridad.
Un portafolio con una carta de sus padres, los datos de su cuenta bancaria, una dirección de alguien conocido en la ciudad -un amigo de sus padres- y una carta de Boun en la que se comprometía a casarse con él y unos billetes de dinero arrugado que antes de irse le había dado para el anuncio en el periódico.
Cuando acabó de hablar, le miraron con calma.
-Apunta: nivel de inglés muy bueno. Chico, eres un omega. Sin tus padres, no puedes retirar dinero del banco sin la autorización de otro alfa. Ni siquiera sabemos como localizar a ese tal Boun en esta ciudad. Es enorme y los exóticos estáis de moda. Cuando te encuentre un marido, quizás puedas pedirle ayuda.
El mundo de Prem se abrió bajo sus pies. Todo aquello que con tanto ahínco había atesorado era papel mojado.
-Pasaras un reconocimiento médico y luego te asignaremos a una de las residencias para candidatos.
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The Poor's Law ||BounPrem|| Omegaverse || Historical Fiction
FanficAbandonar tu país, tu familia, promesas de reunión en un amor prohibido... Todo esto y más en un au victoriano que te hará reír y llorar