Once días.
Ha logrado hacerlo bien por once días. Se ha enfocado en su trabajo, sin distracciones para nada más que sus proyectos. Ya no tiene que preocuparse en llegar temprano a su apartamento pues, al fin y al cabo, no hay nadie quien la espere o le diga que saldrán a un lugar al que en realidad no tiene ganas de ir. Tampoco tiene que estar recordando si hay alguna tarea doméstica pendiente que deba hacer, porque no hay nadie que la regañe si se le olvida; ella es quien dice cuándo hacer la lavandería o limpiar el baño, puede elegir cómo administrar su tiempo como le plazca.
Ella está mejor que nunca.
Solo que... Quizás todo eso es una enorme y vil mentira. No lo ha estado haciendo bien. No recuerda la última vez que comió sus tres comidas diarias, su desayuno pasó a consistir generalmente en un simple café y un muffin que compra en la esquina, muchas veces no almuerza, mientras que su cena acabaría siendo cualquier porquería que obtuviera en cualquier lugar de comida rápida. Apenas ha hablado con sus amigos; si no es un tema de trabajo, no dirá nada. Tampoco recuerda la última vez que durmió más de dos horas seguidas, y ni hablar que ni puede acostarse en su propia cama porque entonces es invadida por ese dulce y nostálgico perfume y siente ganas de llorar, así que se ha mudado al sofá de la sala, lo cual le ha provocado horribles dolores de espalda.
Así que no, no lo ha estado haciendo nada bien los últimos once días.
Y, en realidad, se da cuenta que no lo ha estado haciendo bien desde hace mucho tiempo atrás.
En su soledad, su mente cruel la obliga a reflexionar sobre todas esas veces que descuidó su relación con Sarah, en las que dio la percepción de que no le importaba, y no era así, por supuesto que le encanta pasar tiempo con ella, le gusta cómo la rubia se esfuerza para arrancarle sonrisas o risas, o como siempre se asegura de tener su adquiescencia, así como la manera en que la hace sentir que había encontrado a su persona, a la chica con la que se veía en un futuro.
Ella... Ella la amaba.
La ama.
Esa es una revelación que la sacude, porque lo último que esperaba era hacer tal descubrimiento a las 2:18 AM. Sin embargo, no podía culpar al nada saludable horario de sueño que tenía, ella ya... ya lo sabía, solo que, muy a su manera, su subconsciente había decidido reprimirlo hasta volverlo una voz fácil de ignorar. Ella jamás se había enamorado antes, pese a tener un par de olvidables relaciones pasadas. Pero Sarah fue la primera chica y, a decir verdad, la primera persona que le hizo experimentar emociones capaces de encender ese lado romántico que no sabía que tenía.
Y ella lo arruinó.
Pero lo enmandaría. Tenía que hacerlo, porque no cree que alguna vez encuentre a alguien igual a Sarah. No, la rubia es única, y no planeaba darse por vencida tan fácilmente.
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No me dejes ir
Fiksi UmumAlgunas veces el problema no se trata de no saber lo que se tiene, sino de dar por hecho que nunca se irá.