Oito (1/2)

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POV Juliana

Lo primero en lo que me fijé al abrir los ojos era en que estaba amaneciendo. Los rayos de luz se colaban entre las rendijas de la persiana de la habitación. Mientras me frotaba los ojos, escuché la puerta de la habitación abrirse y cerrarse de nuevo. Sería Elena, que me puso una mano en el hombro.

-¿Has podido descansar algo?

Le cogí la mano para darle un pequeño apretón. No era su mano.

-No mucho, a decir verdad. Tenía prisa por llegar

¿Valentina? No podía ser. Me levanté de un salto para comprobar que no seguía dormida. Ahí estaba ella, con una leve sonrisa que pretendía ocultar sus ganas de llorar. Rodeé la silla hasta estar delante de ella. Nos miramos a los ojos. Ella buscaba refugio en los míos, y yo perdón en los suyos. Acabó con la poca distancia que había entre nosotras y me abrazó con fuerza, escondiéndose en mi cuello. Rompió a llorar, y entendí que era mejor no decir nada hasta que ella estuviera lista. Le acaricié el pelo un buen rato, en silencio. No podía evitar sonreír, aunque me sentía un poco culpable, pero estaba aquí y eso me hacía feliz de una manera que no podía explicar.

-¿Se va a poner bien Juls? Dime que sí – me preguntó con los ojos vidriosos

-Claro que se va a poner bien Val. No lo dudes

Mi respuesta la había pillado por sorpresa, porque me abrazó aún más fuerte y me dio un beso en la mejilla. No pude evitar pegarla a mí. Estuvimos así al menos diez minutos hasta que su respiración se calmó. Me había dejado la camisa empapada, pero me daba igual. Se separó de mí y se acercó a la cama, sentándose en el sillón donde yo había dormido y le cogió la mano, inclinándose sobre ésta y susurrando palabras que no llegaba a entender. Decidí salir de la habitación y dejarles intimidad. No me correspondía estar allí.

Me dejé caer en la pared del pasillo y me llevé las manos a la cara. Tenía que asimilar muchas cosas. Valentina había vuelto. Después de tres meses y una despedida que me había dejado tocada, volvía a tenerla delante. No sabía muy bien qué quería decirle, pero quería hablar con ella. ¿Esperaba una disculpa? No. Al fin y al cabo, ¿quién era yo para enfadarme con ella por irse a cumplir sus sueños cuando ni siquiera éramos amigas? Sólo estaba dolida por decírmelo el mismo día que se iba y no antes. Estaba enfadada conmigo misma, por no haber intentado congeniar con ella antes y haber esperado hasta el último puto día. En conclusión, estaba hecha un lío por culpa de un montón de sentimientos que no podía explicar.

Fui en dirección a la cafetería del hospital a buscar un té para la castaña y un café para mí. Justo cuando estaba llegando, mi móvil empezó a vibrar.

-Dime Xanat – descolgué un poco sorprendida. Ni me acordaba

-Juli, voy para allá con Elena. Anoche nos dormimos. Luego te cuento

-Sin problema. Ahora nos vemos

Regresé a la habitación, dando un par de toques en la puerta; no quería molestar. Escuché su aprobación y entré.

-Te he traído un té. He pensado que te apetecería – le tendí el vaso de corcho con la bebida

-Gracias Juls – cogió el vaso y me acarició el dorso de la mano

Me dirigí de nuevo hacia la puerta, pero me detuvo

-No te vayas. No quiero quedarme sola

-Me quedo. Tranquila

¿Por qué me estaba pidiendo eso? Quizás sólo necesitaba no quedarse a solas con su propio dolor, y no iba a ser yo quien se lo negase. Me apoyé en la pared junto a la ventana, de manera que tenía a la castaña justo enfrente.

Sinmigo (Juliantina AU) - AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora