Adelante Larissa Pide un Deseo

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El sol del atardecer pintaba de dorado el cielo, mientras Ian Wells de 6 años, corría con energía por el amplio espacio del jardín frente al hospital local. Las risas de los niños resonaban entre los árboles, acompañadas por el suave sonido del balón golpeando el suelo y la risa de sus amigos que lo acompañaban en su juego. Ian, a sus cortos seis años, irradiaba una alegría contagiosa, su espíritu libre y su comportamiento extrovertido lo convertían en un niño que contagiaba de felicidad a los demás.

Al otro lado de las puertas automáticas del hospital, en una sala sombría, el padre de Ian, Jacob Wells, esperaba con el corazón encogido. Su postura en ese momento era todo lo contrario a su hijo que se encontraba afuera, la tensión en sus hombros era palpable, mientras mantenía sus ojos fijos en la puerta de la sala de emergencias. Los minutos parecían horas mientras esperaba noticias sobre la condición de su esposa, Emily.

— Lo siento mucho, señor Wells —dijo el médico al salir de la sala de emergencias—. Hicimos todo lo que pudimos, pero lamentablemente no pudimos salvarla.

Jacob se aferró al respaldo de la silla, sintiendo cómo el mundo se desmoronaba a su alrededor. La imagen de su esposa, Emily, flotaba en su mente: su sonrisa cálida, su risa contagiosa, su amor incondicional. Ahora, todo eso se desvanecía, las risas y el balón con el que jugaba Ian dejaron de escucharse.

Con el paso de los años, Ian creció, alcanzando los últimos años de la primaria. Su estatura aumentó junto con su personalidad, pero la sombra de la pérdida de su madre aún lo perseguía, dejando una huella profunda en su corazón y en su comportamiento. Esta pérdida se reflejaba en su desempeño escolar, lo que llevó al director a solicitar una conversación privada con Jacob, su padre.

— Lamentablemente, tengo que hablarle sobre el desempeño académico de Ian. Sus calificaciones han estado en declive durante los últimos semestres, y su comportamiento en clase también ha sido motivo de preocupación - dijo el director.

— He intentado motivarlo, ayudarlo en sus estudios, pero parece que no puedo llegar a él - respondió el padre de Ian mientras apretaba sus puños por la frustración.

— Entiendo que debe ser difícil para usted como padre soltero. Pero también hay otra preocupación, Ian parece tener dificultades para relacionarse con sus compañeros. No tiene amigos cercanos y se mantiene distante en el entorno escolar - indico el director.

Desde el día en que Emily partió, Jacob ha sentido cómo su hijo se aleja lentamente de él, como si una sombra oscura se apoderara de la actitud radiante que alguna vez estuvo en Ian. La muerte de Emily no solo había dejado un vacío en el corazón de Jacob, sino que también había arrebatado la inocencia y la vitalidad de su hijo. Estos cambios se volvieron más evidentes a medida que Ian entraba en la adolescencia, sobre todo cuando cumplió 16 años y estaba en la etapa de secundaria.

— ¡¿Por qué carajos no te defiendes Ian?! - gritaba un compañero de escuela de Ian quien lo sostenía con fuerza de la camisa —. Eres aburrido, por eso los demás no te aceptan - repetía con desprecio antes de dejar caer a Ian después de haberlo golpeado, quien quedó tirado en el suelo no suelta ni una lágrima.

A medida que los abusadores se alejaban, Ian extendió la mano para recoger su mochila, sintiendo el peso del dolor y la humillación mientras caminaba por los pasillos. Con paso lento y la mirada fija en el suelo, se encaminó hacia el campo de fútbol en el patio de la escuela, buscando un refugio temporal. Fue entonces cuando Micah, su único amigo en ese entonces, se acercó a él.

Micah llegó con un pañuelo en la mano, listo para limpiar la sangre que brotaba de la nariz de Ian. No era la primera vez que Ian sufría tales ataques, y Micah estaba allí cada vez para ayudarlo. Sin importar cuántas veces Ian tratará de rechazarlo, Micah persistía, ofreciendo su apoyo incondicional.

Nos Vemos Pronto LarissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora