Entre magia y colmillos - [Emmett Cullen]

Capítulo 8 - Port Angels

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Amaneció soleado en la pequeña localidad de Forks, lo que hizo que Lily estuviera de un humor excelente. Amaba el sol, así que cuando un rayo de luz lograba atravesar las nubes, lo aprovechaba al máximo.

Al ver el clima, pensó que su día solo podía mejorar, especialmente después de haber pasado la noche anterior con pesadillas que la mantuvieron despierta. Aunque aún estaba cansada, se levantó de la cama y se metió en la ducha. Al salir, aplicó un poco de corrector para disimular las ojeras. Eligió un peto vaquero con una camisa negra de mangas abullonadas debajo y se calzó unas sandalias de tacón estilo Chanel, aprovechando el buen tiempo. Ese día optó por llevar una mochila en lugar de un bolso, eligiendo una de cuero negro que Hermione le había regalado en uno de sus cumpleaños, para darle un toque más informal al look.

Después de lavarse los dientes, peinarse y perfumarse, se despidió de los retratos de sus padres, su padrino y Sirius. Bajó al piso inferior y salió con un enorme café en la mano para poder enfrentar el día. Qué le iba a hacer, era adicta a la cafeína.

Subió a su moto y se dirigió al instituto. Aunque adoraba los días soleados, tenía la sensación de que aquel iba a ser un día extraño.

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Cuando llegó la hora del almuerzo, decidieron comer afuera, ya que Lily había convencido a las chicas de aprovechar el poco sol que brillaba en el pueblo. Sentada en el césped, disfrutando de esos rayos, no pudo evitar recordar sus tiempos en Hogwarts. Solía hacer novillos con los gemelos para disfrutar de los (casi inexistentes) días soleados junto al lago negro o en el campo de Quidditch, lo que le provocó un toque de nostalgia.

Para empeorar su ánimo, no había visto a Emmett ni a ninguno de los Cullen ese día, lo que la inquietaba. No entendía por qué el grandullón le provocaba tantas emociones contradictorias.

—Ellos no están aquí —comentó Jessica a Bella, notando que su amiga buscaba con la mirada a los Cullen—. Cuando hace buen tiempo, desaparecen.

Lily se dio cuenta de repente: claro, no pueden exponerse al sol porque brillan como bolas de discoteca, pensó.