[ 4 ] Los gritos en la sala no lo dejan en paz, sólo lograba oír discusiones y comentarios fuera de lugar; rodó sus ojos y cerró lentamente sus parpados mientras se colocaba los audífonos en cada una de sus orejas.
Soltó un pequeño suspiro, sonriend...
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Una dulce niña de piel pálida, ojos grandes, cabello liso y labios rojos, movía con alegría su largo vestido azul, dejando así, que el viento la ayudarse en el camino. Sus risas eran escandalosas, alegraban a todos sus demás ¨hermanos¨, ella era, sin duda alguna, la perfección ante los ojos de sus mayores, pero, como siempre, existe un ser con deseo de apagar toda luz y sumergirla en la oscuridad.
Venezuela amaba lucir su bello vestuario azul junto a sus pequeños zapatitos blancos, aunque, aquel día, aquella vestimenta sólo fue un mal recuerdo de lo que le había sucedido.
Nadie sabía con exactitud lo acontecido, vivían en la ignorancia, sólo conocían el hecho de que la pequeña amaneció bien vestida y por la tarde regresó lastimada junto a su vestido roto.
La menor ya no hablaba, mucho menos cantaba, sólo se la pasaba horas observando a sus muñecas, sin ninguna expresión alguna. Delicadamente pasó su mano por el rostro del juguete con apariencia de niña, Venezuela se fijó en la vestimenta que esta llevaba, un pequeño vestido azul con zapatitos blancos; mordió su labio inferior, queriendo aguantar su llanto, pero no le fue posible, simplemente dejó que las lágrimas saliesen mientras fruncía el ceño y comenzaba a tironear la tela de su juguete.
Con fuerza posó sus puños contra sus ojos, queriendo dejar de lagrimear, pero le era imposible; molesta, tiró a la muñeca, haciendo que esta chocarse fuertemente contra la pared y terminara cayendo al suelo, ahora el juguete estaba con la ropa arruina y con un brazo menos ya que la venezolana se lo había arrancado.
Venezuela no sabía que hacer, así que salió, sólo teniendo un sentimiento de dolor recorrer por todo su cuerpo ante el simple recuerdo del toque de la persona que empezaba a considerar como un padre.
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