♡{TWISTED LOVE}♡ // Psychocuties ☆

Cap. 8

Era una noche preciosa. Masacrik estaba relajándose en una piscina. Sentía la necesidad de un respiro tras un día exhaustivo de trabajo. Pero algo era diferente.

Él era feliz. Por primera vez era feliz realmente. Porque estaba con aquella joven que lo había enamorado.

Y, era porque se había encariñado, identificado, y sentido a Mimi. La quería.

A pesar de ser un loco, desde niño supo que carecía de ciertas facultades mentales. Y deseaba ser normal. Creció, y sus problemas también.

Pero todo salió bien, porque el creyó, y siguió creyendo en un futuro. Ahora, estaba flotando en una piscina, al lado de su amada Mimi.

Ella estaba encima de un flotador de gato, acostada tomando luz de luna.

—¿Siempre fuiste así de frío?

—¿Qué? ¿Qué dices?

—Te siento frío... y un poco distante.

—Así soy siempre.

—No... O bueno... eres insensible... no sé como es que me gustas.

Masacrik se sintió ligeramente ofendido.

—Digo, nunca sientes culpa, ¿verdad? Es tu destino escrito en papel... —Dijo Mimi

Hubo un silencio infernal.

—...¿No es hermosa la luna cuando sale? Y es que, nunca se podría cambiar su belleza, no importa que adversidad esté pasando.—

Masacrik solo miraba a Mimi ligeramente. Como si de cualquier pensamiento se tratara.

—A veces los cambios son necesarios, y las adversidades nos ayudan. —Le dijo Masacrik a su amada, que seguía mirando la luna.

—Pero si la luna cambiara, ya no sería la luna... solo su recuerdo.

Hubo un silencio por parte de los dos, Y Mimi se bajó del flotador.

Nadó un poco hasta Masacrik, y lo abrazó, él también le devolvió el abrazo.

—Por más que me quieras moldear a tu favor, esa ya no soy yo. Solo un recuerdo. —Dijo, desvaneciéndose en el agua.

Masacrik se hundía, profundamente, en sus sueños.

•||...||•

Masacrik se levantó sudando en su cama. Su cuarto estaba bien arreglado y todo. Pero esa noche todo se sentía poco familiar.

No pudo dormir después de eso. No quería creer que el pudiera estar enamorado. Desde un principio, solo utilizo a Mimi, como un juguete, una muñeca, una mascota.

De sus ojos salían lágrimas, mas su expresión no cambiaba. Sólo por una maldita vez. Tuvo un sueño bonito. Y él mismo se decía que no debía significar nada... maldita sea él.