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𝐀𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐃𝐞𝐛𝐞𝐫𝐢́𝐚 𝐄𝐱𝐩𝐥𝐢𝐜𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐐𝐮𝐞́ 𝐏𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐄𝐬 𝐃𝐢𝐠𝐧𝐨 𝐇𝐮𝐦𝐢𝐥𝐥𝐚𝐫𝐬𝐞...

Está claro que lo que más me apetecía hacer después de despertar sin saber apenas nada de mí no era exactamente prepararme para aprobar unos exámenes, aunque encerrarme en una biblioteca no era tampoco una idea muy alentadora. En ese momento, para mí, recordar toda una vida era una prioridad muy por encima de aprender la historia en general, pero, por desgracia, para Los Cho era esencial escolarizarse hasta la mayoría de edad...

Aun así, yo me negaba a concentrarme en los estudios, no porque odiara hacerlo ni nada parecido, sino porque dudaba que mi nueva misión fuese aprobar un examen, así que invertía ese tiempo en cosas que consideraba más útiles para mi nueva situación. Como, por ejemplo, la búsqueda de alguna explicación lógica a lo que me ocurría o una prueba de que todo era un mal sueño.

Por suerte para mí, Min-seong se mostraba muy comprensivo conmigo. Él era partidario de la enseñanza a cargo de los padres, así que, como ahora era mi tutor, había llegado a un acuerdo con el colegio más cercano para que lo dejaran todo en sus manos y luego examinarme allí. No hubo muchos problemas con eso, primero porque estoy segura de que detrás de todo había algún tipo de pacto económico y, después, porque Min-seong ya había demostrado la eficacia de ese método con Yi-hyun; además, solo quedaban unos pocos meses para el final del curso académico.

En casa, las paredes de la habitación habían dejado de parecerme ese lugar tan acogedor, cobijado de un mundo cruel que no conocía, para convertirse en una prisión en la que solo recordaba mi infelicidad. Era incapaz de sentirme «en casa» con Los Cho, a pesar de todos sus esfuerzos por hacerme ver que era un miembro más de su familia. Yo seguía siendo una intrusa, al menos para mí, y tenía la certeza de que continuaría siendo así hasta que descubriese quién era en realidad. A menudo me embargaba un gran sentimiento de soledad y de vacío. ¿Por qué era incapaz de relacionarme con la gente? ¿Acaso no tenía amigos que se interesaran por mi estado tras el accidente? Me negaba a creer que nadie, absolutamente nadie del lugar donde vivía antes, supiera dónde estaba ahora. ¿No podían mandarme una carta o una ridícula postal para que al menos pudiera reconocer algún nombre? Podía acordarme de cosas que imaginaba que había estudiado tiempo atrás, pero nada relacionado con mi vida antes de llegar a esa casa, y eso me estaba consumiendo.

Había decidido no compartir con Los Cho estas emociones porque no creía que fueran capaces de entender cómo me sentía. Yi-hyun era la que más se estaba esforzando para que yo me encontrara a gusto con ellos, así que hablarle sobre mi infelicidad era algo que, sin lugar a dudas, no quería hacer.

La biblioteca era lo único que me quedaba, así que decidí continuar yendo allí y esperar a ver qué me deparaba de nuevo la vida. Al fin y al cabo, ¿podía ocurrirme algo peor? Además, Min-seong había comenzado a mandarme libros para leer y unos cuantos ejercicios y, aunque no quería estudiar, descubrí que eso me ayudaba a pasar las horas.

Pero en ese momento, rodeada de gente y altas estanterías, todo el malestar, la ansiedad y la soledad se acrecentaron. Había pasado toda la noche sin dormir por el dolor y la impotencia, preguntándome hasta qué punto podría aguantar esa situación, y no había sido capaz de derramar ni una sola lágrima. ¡Ni una!

Me ardían los ojos de forma abrasadora, pero nada, no lloraba y eso me frustraba muchísimo más. ¿Es que además de haber perdido mis recuerdos, mi familia y mis amigos, también había dejado de ser una persona normal?

«𝐄𝐗𝐎𝐃𝐎» 𝘗𝘈𝘙𝘒 𝘓𝘖𝘔𝘖𝘕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora