𝐀𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐃𝐞𝐛𝐞𝐫𝐢́𝐚 𝐄𝐱𝐩𝐥𝐢𝐜𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐐𝐮𝐞́ 𝐏𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐄𝐬 𝐃𝐢𝐠𝐧𝐨 𝐇𝐮𝐦𝐢𝐥𝐥𝐚𝐫𝐬𝐞...
- ¿Min-young? - Oí a mi espalda. Me giré y vi a Yi-hyun a pocos metros de distancia de mí - ¿Qué haces aquí?.
- Buscaba el coche - Mentí - Pero no lo he encontrado.
Me observó suspicazmente. Estaba segura de que no se lo había creído, pero no dijo nada.
- Está en la entrada principal, como siempre - Hizo una pausa y dirigió una rápida mirada en torno al aparcamiento - Ten cuidado, Min-young, no te quedes en lugares solitarios.
- Lo tendré en cuenta.
Caminé a su lado, sin decir ni una palabra. No esperaba esa negativa. ¿Qué más le daba a él? Ya estaba acostumbrado a hacer esas cosas así, ¿No? Me odie a mí misma; suplicar por mi propia muerte había sido patético. Debía sentirme afortunada por haber sobrevivido a ese accidente, pero, en cambio, había buscado desesperada acabar con todo, pidiendo ayuda a un chico que se había mofado de mí en mi propia cara. Me lo tenía merecido por tonta. ¿A quién en su sano juicio se le habría ocurrido algo así?
Por mi propio bien y el de la poca dignidad que me quedaba, decidí no contarle lo sucedido a Yi-hyun. Además, confesarle que apesar de sus esfuerzos prefería morir antes que sus apasionantes actividades no era precisamente una buena idea.
- ¿Por qué has salido antes? - Me preguntó.
- Necesitaba pensar.
Guardó silencio, mordiéndose el labio inferior y con la frente fruncida. Cuando llegamos al coche, se sentó, pero no arrancó.
- Lo siento - Se disculpó de pronto, contorneando el rostro en una expresión de verdadera culpabilidad - No te estoy sirviendo de mucha ayuda.
Me quedé perpleja, parecía estar sufriendo. Su expresión afligida me conmovió, pero guarde silencio, así que encendió el motor y emprendió el camino de regreso a casa.
- No es culpa tuya - Replique al cabo de unos pocos minutos - Creo que no me adapto bien a los cambios.
De repente, dio un brusco volantazo y me precipité hacia la ventanilla. Un increíble vehículo negro se había cruzado a toda velocidad en nuestro camino.
- ¿Pero qué...? - Yi-hyun parecía contrariada, sus ojos estaban desorbitados pero mantenía el rostro lo más sereno posible - Maldita, seas Park Lomon - Exclamó entre dientes. Era la primera vez que la veía abandonar ese aire de eterna ensoñación.
Un pesado nudo se instaló en mi estómago, recordándome como habían terminado las cosas pocos minutos antes.
- ¿Cómo sabes que es él?
- Para serte franca, Min-young, ¿Cuántos coches como ese crees que puede haber en esta ciudad?
Yo no entendía nada en absoluto del tema, así que me encogí de hombros. Yi-hyun bajo la temperatura del aire acondicionado hasta los 16 grados. La miré atónita, pero tampoco sentí frío, así que no hice ningún comentario.
- Nadie en este lugar se permite conducir coches así. No hay la necesidad de llamar la atención de semejante forma.
Eché un vistazo a mi alrededor. Está bien, no era una experta, pero no hacía falta ser un genio para saber que en el lugar en el que estábamos no era precisamente de clase media. Bastaba con observar a través de la ventanilla para ver las miradas curiosas que despertaba. La miré arqueando una ceja con escepticismo. Ella prefirió ignorarme.
- ¿Estás segura de que no quieres un coche?
Después de haber sufrido un accidente, haber perdido a mi familia y mis recuerdos, ¿Me preguntaba ahora sí quería conducir?
- Prefiero caminar.
- Creo que Chan-young tiene una bicicleta que no utiliza desde que llegamos. Está en buen estado, y no tendrá ningún problema en regalártela.
Pensé en la posibilidad, no parecía muy peligroso para el resto de peatones que yo montase en una, ¿No?.
- Bueno, creo que estaría bien.
- ¡Genial! - Exclamó con una amplia sonrisa.
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«𝐄𝐗𝐎𝐃𝐎» 𝘗𝘈𝘙𝘒 𝘓𝘖𝘔𝘖𝘕
FanfictionVoy a darte los tres consejos que a mí no me dieron. Este es el primero: Olvida todo lo que te han contado: Los vampiros no existen, los lobos son solo animales y los magos, las hadas y los duendes se encuentran encerrados en grandes tomos de hojas...