Takeo

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Quería reírse de su propia vida. Sentía que la vida se burlaba de él, como aquellos seres que se mofaban de su acento solo por ser extranjero, cuando apenas podía formar una oración coherente.

Aunque no lo mostrara, estaba internamente agradecido de haber conocido a Tao. Era la primera persona que recordaba ser amable con él, la que siempre respondía a sus dudas sobre la cultura coreana y le regalaba sonrisas en momentos tensos. Intentaba imitar esas sonrisas para usarlas con los demás, pero a veces no le salían tan naturalmente.

Incluso en esos momentos incómodos.

—¡Lo siento mucho, señor! —Tartamudeó la estudiante, solo logro sonreir tratando de apaciguar la situación mientras ambos eran el centro de atención.

—Está bien. No te preocupes, fue un accidente. —Takeo forzó una sonrisa, observando cómo las lágrimas brotaban de los ojos cafés de la muchacha.

—Pe-pero está caliente. —La estudiante señaló el café derramado, devolviendo a Takeo a su terrible realidad.

Y, efectivamente, el café estaba caliente y le quemaba la piel.

—N-No te preocupes. —Takeo imaginó que su pecho y abdomen debían estar enrojecidos, y la situación empeoraría si no se quitaba el traje de inmediato.

—Y-Yo.... —Pero no podría hacerlo si no se deshacía de aquella estudiante.

—Takeo. —Y agradeció aquella interrupción. —El director busca tu presencia en su oficina.

—Gracias M. —Sonrió despidiéndose con una reverencia, caminado, casi corriendo hacia M-21. —¿Sabes la razón por la que me llamo? —Aunque el temor hacia su jefe seguía presente.

Ignorando el escaneo de M-21, Takeo le ofreció una sonrisa ladeada y se alejó un poco.

Aquel pequeño gesto que lo lograba tranquilizar.

Pero al parecer no funcionó de todo porque solo ignoró ver su rostro.

—No lo hace. —Dijo simple, como si no acabara de mentir, y antes de que Takeo le preguntara la razón, le contesto con anticipación. —Solo no veía algún avance para irte de ahí.

Takeo replicó indignado. —Lo tenía bajo control.

M-21 lo reprendió con severidad: —No te preocupes. No es una forma de apersiguar la situación. Ve a la enfermería para que revisen esa quemadura; yo hablaré con Frankenstein. —Sin darle oportunidad de protestar, M-21 se alejó.

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Takeo apretó los dientes mientras caminaba hacia la enfermería. La quemadura en su piel ardía, pero no era solo el calor del café lo que lo inquietaba. Había algo más, algo que no podía expresar con palabras.

Y lo que más temía era que no sabía qué era.

No sabía lo que le pasaba ni lo que le esperaba.

Con un suspiro, abrió la puerta de la enfermería, esperando encontrarse con la señora de tercera edad sentada en su oficina, rodeada de papeleo interminable.

—Oh, pero miren quién está aquí. —Sonrió avergonzado, sin atreverse a dar un paso más. —Pase, pase. Si está aquí, es por algún accidente.

Takeo asintió avergonzado. —Si... solo venia a... —Pero lo vio. Incluso si la cortina ocultaba su presencia, lo vio por unos cuantos segundos.

—No te quedes ahí, toma asiento, en unos minutos te atiendo. —Señaló la cama continua sin volver a voltearlo de vuelta.

—Ahhh... si.. claro. —Y entre el corto andar que daba se quito el saco y desabrochono su camisa tratando de enfriar la zona que fue quemada. Se sorprendió al ver que su piel estaba roja y agrietada.

𝖀𝖓 𝖆𝖇𝖗𝖆𝖟𝖔. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora