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—¿Me puedes decir por qué hacemos esto? —Me quejé una vez con mi brazo disponible metía mis llaves, cartera y unas ligas extras a mi bolso de mano que llevaba a todos lados

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—¿Me puedes decir por qué hacemos esto? —Me quejé una vez con mi brazo disponible metía mis llaves, cartera y unas ligas extras a mi bolso de mano que llevaba a todos lados. Con mi otra extremidad corta sujetaba mi celular con ayuda de mi hombro, había sido algo raro atender una llamada de mi amiga tan temprano para hacer algo pues era sábado.

No lo sé, solo recibí su mensaje de voz que debíamos ir a buscar todo para esta noche.

¿Cuál era el problema? Aparentemente el presidente Kim se le había ocurrido la idea de hacernos preparar una fiesta importante para un cliente el cual sería aliado de la editorial gracias a la influencias de la familia de aquel millonario. Resultaba que dicho festejo o cena sería para incluirlo o sobornarlo a confiar en dicha alianza que se formaría entre la editorial y una de las empresas más requeridas de los últimos años. Daba miedo como el Presidente Kim conseguía clientes tras clientes con la facilidad que le llegaban, pero eso no nos importaba si nos seguían pagando igual. Creo que últimamente pensaba mucho en el dinero.

—Que clase de hombre prepara todo de último momento si es así de importante. —Mencione colocándome los zapatos sin soltar dicha llamada llevándola a mi mano contraria pues la que usaba comenzaba a dolerme. Escuché por la llamada como mi contrario suspiró debatiendo en si mismo a que tenía que ir todo lo planeado con ambos, pero entre los dos compartíamos opinión de que al jefe le gustaba vernos sufrir. Una vez, deje mi apartamento preste atención a lo que el menor quisiera responder.

Supongo uno que no tiene idea de arreglos.

—Que considerado. Me siento muy halagada porque me considere apta para este trabajo.

O solo buscó a los más tontas para verlas sufrir en su supuesto fin de semana de descanso.

—Vas a hacer que te mate con la decoración—Mencione mientras veía alrededor, pues me fijaba en las escaleras al momento de bajarlas ya que al usar tacón era difícil mantener su equilibrio. Una vez en mi piso de destino prosegui a seguir escuchando al de cabellos plateados. —Tengo que colgarte. Te veo en las tiendas.

Claro, DoHee-ssi.

Colgando la llamada improvisada que había hecho el menor me apresuré a pasar de entre la gente que llegaba. Algunos me saludaba y trataba de regresarle a todos, compartiendo una que otra palabra con los vecinos de los otros pisos que tenía algunos días sin hablar profundamente con ellos. Era amigable poder tener una relación sana con los que al final vivían en el mismo edificio que tú, podía ser confiable demostrando mi ser más transparente posible, eso me había garantizado que una de las tantas vecinas me terminara contando como es que dejó a su esposo que la engañaba desde años atrás. Festeje el logro de aquella dándole palabras de apoyo porque había logrado dejar atrás algo que la había lastimado lo suficiente para darse cuenta. Luego de eso, tuve que callarme pues el resto llegaba haciendo que reaccionáramos de que él que nos rentaba estaba llegando.

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