15. La calamidad del parásito

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WINGS OF FREEDOM

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WINGS OF FREEDOM.
capítulo 15: la calamidad del parásito.

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Los muertos no hablan.

O eso había escuchado, su mente se confundía muchas veces y en ocasiones ni siquiera parecía que le pertenecía. El constante zumbido de las moscas, la suave textura de la arena y la espesura de la sangre ya se había hecho normal. Empero, peleaba por su constancia de igual manera. Desaparecía y aparecía como un rayo en una tormenta. Era… extraño. Aún así no cuestionaba el origen de sus lamentos.

Porque al final, ¿quién quedaba para recordar? Y quién no recuerda su pasado, está condenado a repetirlo

Algo estaba mal, no se sentía correcto, a veces no sentía correcto su existencia. A veces se sentía como un cordero, a quien vigilaban, sentía muchos ojos sobre ella, sentía, más nunca veía nada. Calynn nunca había entendido este sentimiento que le embargaba en ciertos días, estos sentimientos casi muertos dentro de ella, la poca emoción, la frialdad, ¿realmente estaba viva? Tal vez su madre tenía razón y sí era un demonio.

El corazón le latía lento, apretando su caja torácica, sintiéndose enferma de repente. Hacía mucho frío y eso era algo que siempre había odiado, había crecido en el distrito norte de la Muralla Sina, demasiado cerca de las montañas, atestada de nieve en invierno, fresco incluso en verano. El sol recién la calentó cuando las exploraciones de la Legión la llevaron a recorrer el sur, hasta que el invierno volvía a llegar. Sin embargo, no estaba en ninguno de esos lugares.

El sitio la enfermaba, había algo que no entendía pero que la aplastaba, le daba arcadas y se retorcía en su interior. Como si estuviera en un lugar donde no debería estar, un paraje prohibido con voces, gritos y sensaciones desagradables, que no eran de ella (o tal vez sí). Quería que parara. No soportaría más.

La presencia frente a ella no decía nada, solo la miraba con sus ojos ensombrecidos, parecían alterados, torturados, indiferentes a su dolor. ¿Esto ya había pasado? Sentía que sí pero a la vez no. No sabía que debía hacer, su mente era un extraño en estos momentos, rasgando en lo profundo de su cerebro resquebrajado. Sus piernas se aferraron al suelo para no caer, sus ojos aguantaron el peso de los ojos de la persona que ocultaba la luz, la juzgaban, la miraban desde arriba como si fuera un insecto y Calynn no podía hacer nada para evitarlo.

La sombra creció, fuerte, imparable, consumiendola, un color brilló entre todo el blanco y negro. Entonces una de las piezas rotas en su mente se puso en su lugar. La pelirroja alzó la cabeza con un hilo de sangre corriendo por su nariz. Ella no debería estar ahí.

—Te dije que no puedo hacer esto de nuevo.

Una lágrima de sangre se deslizó desde sus ojos, le hubiera rogado que la soltara pero Calynn no le pediría misericordia. Nadie más que ella sabía el dolor al que se sometía, el único que le habían dado desde que nació. Su existencia no era un error pero sí era un problema. Ella no pidió sufrir las consecuencias del parásito que le habían incrustado ni los ojos que la vigilaban. El mundo era cruel, sangriento y doloroso, aún así podía encontrar belleza en él.

Hallelujah | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora