La claridad se adentraba en los párpados de mis ojos cerrados, causándome una terrible molestia al abrirlos. Parecía como si una manada de elefantes hubiera pasado por encima de mí; apenas podía mantener los ojos abiertos. Mi cabello era un total desastre y sentía una gran ardor en mi boca, como si hubiera pasado un mes sin beber una sola gota de agua. Y para qué hablar de mi cuerpo: me dolía todo.
Pero, espera...
¿No estaba muerta?
¿Todo fue una terrible pesadilla?
¿Esa luz que no me deja ver es el cielo?
Vuelve a la realidad, Aura.
¿Qué pasó ayer en la noche? ¿Qué era eso?
Creo que ya no estaba en mi sano juicio, ya que me di una bofetada a mí misma. No sabía que podía darme una bofetada tan dura porque, créanme, me dolió bastante.
Cuando mis ojos se adaptaron a la claridad, observé toda mi habitación y comprendí por qué había tanta luz: las ventanas seguían abiertas desde la noche anterior. Fue ahí donde volví a recordar todo lo que pasó; esa punzada en el corazón regresó a mí, era el miedo que tenía. La necesidad de actuar me impulsó a levantarme de la cama y cerrar las ventanas inmediatamente.
"Mira bajo la cama".
Cómo odiaba a mi subconsciente por poner ese pensamiento en mi cabeza. Hasta que no comprobara que no había nada raro bajo mi cama, no iba a dejar de molestarme.
Me encontré unos segundos paralizada, pensando si era buena opción ver qué había allí. Una parte inteligente de mi cabeza me decía que era absurdo, como si realmente me fuera a encontrar un monstruo bajo la cama y probablemente lo de anoche fue solo otra pesadilla.
Para salir de dudas, bajé mi cuerpo hasta el suelo; todo mi peso cayó sobre mis rodillas mientras mi cara se apoyaba en el suelo para mirar detenidamente.
No había monstruos, gracias al cielo, pero algo me pareció extraño. Estiré mi cuerpo y, con un poco de esfuerzo, pude alcanzar un papel que se encontraba allí. No recordaba haber tirado nada bajo mi cama. Una vez que estuve de pie, observé el papel; quizás podría ser algo importante.
Iba a morir de un infarto. Había sufrido repetidas taquicardias desde la noche hasta esa mañana y en esos momentos estaba sufriendo otra más. Mi cuerpo estaba inmóvil; ya había leído y entendido lo que estaba escrito en aquel papel, pero no podía asimilarlo.
"Ssshh, no te asustes, estoy aquí".
—Shh, estoy aquí— recordaba perfectamente cuando aquella criatura me lo dijo.
Y por si fuera poco, mi dedo pulgar pasó sobre esas letras, manchándose a su vez. La tinta roja del papel parecía haber sido escrita hacía segundos. Miré mi pulgar e inconscientemente lo llevé a mi nariz.
Ni una gota de alcohol; era sangre. Ese particular olor metálico recorrió mis fosas nasales. Suspire para mantener la calma, pero no podía.
¿Esto podría ser peor? Digo, no podía dormir una maldita noche en paz: pesadillas repentinas y ahora un papel escrito con sangre.
Lágrimas corrieron por mi rostro; más que asustada, estaba cansada de que todo en mi vida se volviera sumamente difícil. Tal vez era por el hecho de que vine tras mis sueños a Londres; no lo sé verdaderamente, pero no me iba a rendir y esta estúpida carta no iba a dañar mi estabilidad emocional más de lo que ya estaba.
Pensé rápidamente en lo que había pasado anoche hasta esa mañana; iba a llamar a la policía y justo cuando tomé mi teléfono en manos...
¿Qué haces?
¿En serio piensas que la policía va a creer que un bicho se apareció en tu habitación, te desmayó y que en la mañana es muy posible que sea quien te dejó la nota, ya que dijo las mismas palabras?
Pensé un poco y lógicamente no podía llamar a la policía. ¿Qué pensarían de mí? Seguramente me internarían en un manicomio.
Todo esto me tenía muy abrumada, así que tomé la mejor opción: hice mis necesidades en casa, me alisté y salí a la calle. No tenía ni idea de adónde ir, pero dentro de ese departamento no podía quedarme ni un segundo más.
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Hola espero que se encuentren bien y que les haya gustado este capítulo, no se olviden de dejar su voto y comentar, se los agradecería mucho, nos veeemos♥️🔥
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El susurro del monstruo.
FantasiDe pequeña, siempre temía a los monstruos que se escondían bajo mi cama. Las sombras en la oscuridad parecían cobrar vida, llenándome de pánico incluso ahora, a mis dieciocho años. A veces, ese miedo regresa, pero me consuelo pensando que esos seres...