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 Pertenecer a una familia cazadora de Kaijus, y además influyente en Japón, era un privilegio que solo el dos por ciento de la población podía tener. Las expectativas sobre los descendientes eran altísimas.

Pertenecer al clan Nakano significaba enfrentar expectativas inalcanzables, un peso que solo los herederos de dicho clan soportaban. El sacrificio desde una temprana edad era una característica por la cual el clan era reconocido.

Naomi Nakano era la cabeza del clan, una mujer mayor que había contribuido significativamente a la investigación y caza de Kaijus en su juventud.

Ahora, retirada, se dedicaba a la formación de sus descendientes, con la meta de convertirlos en cazadores perfectos.

—Llegan tarde, bastardas. — Naomi miró severamente a las cuatrillizas que se arrodillaron frente a ella. —No las defiendas —interrumpió a la hermana mayor de las cuatrillizas cuando intentó hablar—. Entrenarán hasta el amanecer por esto.

Las cuatrillizas no pronunciaron queja alguna, permaneciendo quietas como estatuas, acostumbradas al trato duro de su abuela.

—Las llamé porque tengo algo importante que anunciar —continuó Naomi—. Una de ustedes se casará con el segundo heredero de la familia Hoshina.

Todas las hermanas miraron sorprendidas a la matriarca del clan; esperaban cualquier cosa menos un compromiso.

Hinata, la mayor de todas, intentó protestar.

—¡Abuela! ¡Todavía son muy pequeñas para eso!

—¡Silencio! — El grito de Naomi hizo estremecer a las cuatrillizas—. La decisión ya está tomada y no hay objeciones. Ya es suficiente con que estas cuatro manchen el legado familiar al ser mestizas.

Hinata miró impotente a su abuela, disgustada por el maltrato hacia sus hermanas menores. El desagrado de Naomi hacia sus cuatro nietas por no ser completamente japonesas era enorme y siempre se los hacía saber.

Naomi salió del lugar, dejando un silencio incómodo entre las cinco hermanas.

—Lo siento, hablaré con ella y...

—Deja de disculparte —la interrumpió Lilia, la mayor de las cuatrillizas. — Quién debería hacerlo es esa mujer, solo causarás que la abuela te desprecie también por defendernos. — Lilia se levantó. —Y el matrimonio no es tan malo, al menos una de nosotras será capaz de salir de esta maldita casa.

—No debería ser así —dijo Hinata, su voz cargada de frustración mientras intentaba acercarse, pero Lilia la detuvo con firmeza.

—En nuestro caso, sí —respondió Lilia, haciendo un ademán para que sus hermanas se levantaran—. Si realmente quieres ayudarnos, conviértete en la próxima líder del clan. Ignora nuestra presencia y el trato duro hacia nosotras. Encaja en el molde perfecto de la abuela.

—No puedo hacerlo, no puedo dejar que las trate así —insistió Hinata, sus ojos llenos de determinación. Los ojos rojos de las cuatrillizas brillaron ligeramente, reflejando su angustia. — No tienen culpa de lo que mamá hizo.

Lilia soltó un suspiro lleno de exasperación, mirándola con una mezcla de pena y rabia.

—Deja de ver a esa mujer como una santa —dijo con voz áspera. Una a una, las hermanas comenzaron a salir de la habitación, dejando a Lilia y a Hinata solas. No querían ser parte de la misma discusión repetida sobre su madre. — Si quieres seguir en tu mundo de fantasía donde la ves como algo bonito, es tu problema. Pero no voy a dejar que arrastres a mis hermanas a ese mundo.

Hinata retrocedió un paso, herida por las palabras de su hermana. El silencio entre ellas era tenso, cargado de resentimiento y dolor no expresado.

—Mi trabajo es protegerlas y, si también tengo que protegerlas de ti... — Lilia hizo una pausa, su voz temblando de emoción contenida. —Ya no te consideraré más como mi hermana.

El aire en la habitación parecía volverse más denso, casi insoportable. Hinata sintió como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. Su respiración se aceleró, y su corazón latía con fuerza desbocada.

—Lilia, por favor... —intentó decir, pero las palabras se ahogaron en su garganta.

Lilia no la miró, sus ojos estaban clavados en la puerta. Con un último suspiro, salió de la habitación, dejando a Hinata sola en un mar de emociones conflictivas. La puerta se cerró con un suave clic, pero el sonido resonó en los oídos de Hinata como un trueno, marcando el fin de su relación tal como la conocía.

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Iniciamos con familia tóxica, como no jsjsjsj

𝑽𝑰𝑪𝑰𝑺𝑰𝑻𝑼𝑫 ━━ 𝑺𝑶𝑺𝑯𝑰𝑹𝑶 𝑯𝑶𝑺𝑯𝑰𝑵𝑨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora