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El silencio que se había formado entre los dos mientras hacían el recorrido por la residencia Hoshina fue incómodo para Soshiro, ella no pronunciaba palabra alguna o hacía alguna expresión cuando le mostraba algo, lo cual era muy raro desde su punto de vista.

Sintió la penetrante mirada carmesí sobre su nuca, provocando una sonrisa tensa en él. Aunque ella no pudiera verlo, se sentía como una presa.

¿De qué temas podría hablar con la niña bonita de cabello rosa? Eran pocas las ocasiones en las que había interactuado con niñas; se la pasaba entrenado día tras día para ser el orgullo de su padre.

Aunque claro, ese puesto lo tenía su hermano Soichiro.

—Sí, estás incómodo, puedes parar—la voz de Liana lo detuvo, haciendo que volteara a mirarla. Ella miraba hacia el jardín. — Soy consciente de que mi mirada puede incomodar.

Soshiro notó cómo apretaba sus manos sin mirarlo, ella estaba haciendo un esfuerzo por no incomodarlo. Esto provocó una sonrisa menos tensa en sus labios.

—Yo... casi no me he relacionado con niñas, mucho menos si son lindas. —dijo Soshiro de repente, girando nuevamente cuando fue Liana la que lo volteó a ver. — Y, además, podemos trabajar en esa mirada.

—¿Trabajar mi mirada?

—Sí, ¿quizás que sea menos amenazante o fría?

—¿Y cómo sería la tuya? — Liana se acercó más a Soshiro, quedando a su lado. —Técnicamente, no tienes, tus ojos están cerrados.

—...

Soshiro comenzó a reírse, intentando tapar su boca con una mano para no ser maleducado, pero sus hombros moviéndose igual lo delataba.

Liana lo miró sin entender. ¿Qué le causaba gracia? Aun así, lo siguió observando hasta que Soshiro se calmó. Incluso alcanzó a notar dos pequeños colmillos entre los dedos de él mientras intentaba contener la risa.

Gracias a eso, la extroversión de Soshiro floreció más, comenzando a hacerle preguntas sutiles a la joven una vez que se calmó. Su conversación comenzó a fluir como se suponía que debía ser entre dos niños, con él llevando mayormente la iniciativa.

Llegaron a un punto en el que se sentaron uno junto al otro en una postura más relajada, aunque ella siempre se mantuvo erguida. Sin embargo, hubo un momento en que, por desgracia, Soshiro tocó un tema que no debía haber tocado gracias a su ignorancia del contexto. Su ingenuidad lo llevó a preguntar:

—¿Tu abuela te trata bien?

El cambio de ambiente entre ambos fue tan rápido como el apagar de una vela. Liana se tensó en su lugar. La mención de la matriarca hizo que el dolor en las plantas de sus pies regresara, y el recuerdo de ella esperándola en su estudio días antes le revolvió el estómago.

𝑽𝑰𝑪𝑰𝑺𝑰𝑻𝑼𝑫 ━━ 𝑺𝑶𝑺𝑯𝑰𝑹𝑶 𝑯𝑶𝑺𝑯𝑰𝑵𝑨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora