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Un quejido de dolor salió de su boca al sentir un jalón en su cabello.

—Me vas a dejar calva—se quejó.

—Lo siento, ya casi termino.

—Eso dijiste hace media hora— Ana, la última cuatrilliza en nacer, bufó mientras miraba sentada desde la ventana a la mayor peinar a su hermana—. Ya van tres veces que le cambias el peinado, incluso yo siento dolor en el cuero cabelludo.

—Este es el definitivo—Hinata giró los ojos ante el desespero de la menor. Ana era la más impaciente de las cuatro. — Y bájate de esa ventana, puedes caer y romperte algo, en el mejor de los casos. —la miró con reproche antes de terminar de poner el último broche decorativo en el cabello de la segunda cuatrilliza.

—¡Ya, ya! — Ana se baja del marco de la ventana. Cuando Hinata se aparta y ve el reflejo de su hermana por el espejo, se queda sin palabras.

—Linda, ¿cierto?

—¿Linda? Liana para un árbol de Navidad.

Una vena apareció en la frente de la mayor.

—¡¿Cómo que un árbol de Navidad?!— Hinata pellizca las mejillas de Ana mientras comienza una discusión entre las dos.

Mientras tanto, Liana miraba su reflejo en el espejo, admirando el bonito peinado por el que había aguantado jalones y tirones de pelo.

Nunca, desde que tenía conciencia, la habían arreglado a ella o a sus hermanas de forma tan prolija y especial para un día como hoy.

—¿Puedo dejar dos mechones delanteros sueltos? — Su pregunta detuvo la discusión de las dos a su espalda.

—¿Mm? Claro. — Hinata se acercó y con cuidado sacó dos mechones delanteros que rizó con sus dedos.

—Gracias. — Liana se levantó de la silla, donde hasta ese momento se había sentado, y con cuidado alisó el kimono caro que le había dado su abuela. No quería que la matriarca notara alguna arruga.

—Todavía no has arreglado las cosas con Lilia, ¿verdad? — Lilian, la tercera cuatrilliza, habló sentada desde la cama de la mayor. Había estado en silencio desde que comenzaron a peinar a su hermana.

Hinata sonrió incómoda mientras comenzaba a guardar las cosas que había utilizado en su tocador, sintió los ojos de las menores sobre ella.

—Es tarde, no hay que enfadar a la abuela. — Cambió de tema mientras sacaba a las hermanas de su habitación.

Lilian dejó el tema por ahora. Ya habían pasado dos semanas de la discusión entre Lilia y Hinata, y que la mayor decidiera no contestar, ya decía mucho.

—El kimono me pica—comentó Liana mientras caminaba por los pasillos, siendo seguida por sus hermanas. — ¿Es necesario tanto protocolo? La abuela casi no me dejó dormir.

𝑽𝑰𝑪𝑰𝑺𝑰𝑻𝑼𝑫 ━━ 𝑺𝑶𝑺𝑯𝑰𝑹𝑶 𝑯𝑶𝑺𝑯𝑰𝑵𝑨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora