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Los jadeos inundaron la sala, para disgusto de Naomi, interrumpiendo el silencio que había reinado desde el comienzo de la lección. La matriarca miraba con apatía a las cuatrillizas sufrir debido a los entrenamientos que casi siempre eran crueles, a los que las sometía día a día.


Las cuatro estaban haciendo un split de pie con pesas de 50 kilos en los tobillos. Sus cuerpos temblaban, sobre todo en las piernas que mantenían levantadas. Sus pieles sudorosas brillaban bajo la luz fría de la sala, y la sensación pegajosa aumentaba su incomodidad.

Llevaban ya dos horas en la misma posición, y aunque intentaban mantenerse firmes, el cansancio era demasiado. Sus cuerpos les dolían; sentían ardor en cada articulación, que se expandía como un fuego abrasador, consumiendo sus músculos sin contemplación.

—¡Dije que arriba! — Naomi le dio un fuerte golpe en el muslo a Ana cuando su pierna comenzó a bajar.

El golpe del abanico de metal contra la piel provocó que las cuatro cerraran los ojos, mientras la menor aguantaba el dolor, evitando que otro sonido saliera de su boca. Sabía que ese golpe le dejaría una marca muy fea en unas horas.

Liana también estaba intentando aguantar, pero las heridas que tenía en las tibias, resultado de un castigo anterior, le dificultaban el equilibrio. Cada movimiento era una tortura adicional, pero no podía permitirse mostrar debilidad frente a Naomi.

—No me obliguen a repetirlo —advirtió Naomi, su voz cortante y fría como el hielo, mientras caminaba alrededor de ellas. Sus pasos parecía que no resonaban a oídos normales, pero en realidad sí lo hacían.

Las cuatrillizas sentían y escuchaban la madera crujir levemente en cada paso que daba la albina mayor gracias a su audición desarrollada, cada paso de Naomi era un recordatorio del poder absoluto que ejercía sobre las niñas. Ninguna osaba desafiarla; conocían demasiado bien las consecuencias. Sus miradas se mantenían fijas al frente, luchando contra el dolor y el agotamiento, deseando que la tortura terminara pronto.

—¡Arriba! — Naomi golpeó ahora a Liana, su abanico dejó una marca roja inmediata en la piel ya dañada. Un gemido ahogado escapó de sus labios, pero se obligó a corregir su postura, temblando visiblemente.

La sala estaba cargada de tensión. Las cuatrillizas se esforzaban por no desfallecer, mientras Naomi observaba con una fría satisfacción. Cada jadeo, cada lágrima reprimida, alimentaba su crueldad. Para ella, este entrenamiento no era solo una prueba de resistencia física, sino una lección de sumisión y obediencia.

La albina tenía la obsesión de tener a las cuatro bajo control, la crueldad y frialdad de su trato no era más que el reflejo de sentimientos reprimidos de hace años y que iban dirigidos a una persona de su pasado.

—No olviden quiénes son y para qué están aquí —dijo Naomi finalmente, con una voz que rezumaba desprecio—. La debilidad no tiene cabida en esta familia. Son una moneda de cambio dada por su madre; su trabajo será proteger, servir y dar la vida si es necesario por el país—se detuvo frente a Liana—, además de dar herederas.

𝑽𝑰𝑪𝑰𝑺𝑰𝑻𝑼𝑫 ━━ 𝑺𝑶𝑺𝑯𝑰𝑹𝑶 𝑯𝑶𝑺𝑯𝑰𝑵𝑨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora