𝑽𝒊𝒄𝒊𝒔𝒊𝒕𝒖𝒅︙❛ A pesar de las adversidades y los riesgos, siguió con el legado familiar. Creó su propio equipo Joshitai, aunque esto provocara que la vida se le resbalara de las manos y la cordura se esfumara. ❜
"Todo en la vida tiene un prec...
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El contacto fue algo a lo que el menor de los Hoshina tuvo que acostumbrarse. Si bien fue incómodo al principio, Liana siempre supo cuando era demasiado y se apartaba en silencio.
Los entrenamientos con ella eran ciertamente peculiares, pero de alguna u otra manera los disfrutaba. A pesar de que ella ganaba en cada encuentro, nunca se burló; solo lo alentaba a seguir.
Le gustó mucho más.
Pero había una cosa que lo tenía irritado, y eso tenía nombre y apellido.
Soichiro Hoshina.
Su hermano había comenzado a mostrar cierto interés en la fémina desde que comenzaron a tener duelos de vez en cuando por órdenes de su padre.
Las habilidades de Liana demostraron que estaba a la altura de su hermano al poder llevarle el ritmo cada vez que se enfrentaban.
Soichiro era como un mosquito, molesto y odioso; zumbaba alrededor de ella cada vez que podía para dejar en ridículo a Soshiro.
Estaba seguro que su hermano se divertía cada vez que le contaba una anécdota vergonzosa a Liana solo para hacerlo cabrear.
—Oh, joven Soshiro, creí que estaría con la señorita. —Dos sirvientes se detuvieron justo cuando él salía de la cocina con una botella de agua, mientras que en la otra tenía su espada de bambú.
La botella de agua era para la fémina. Recién salían de una sesión en la que la mayoría del clan estuvo presente para ver el avance de Soichiro al enfrentarse a varios miembros.
—Hmm, entonces supongo que quien le estaba haciendo compañía era el joven Soichiro.
Ambos sirvientes se miraron mientras hablaban, sin darse cuenta que Soshiro ya no estaba frente a ellos.
—Es bueno que se lleven bien, no crees... ¿Joven Soshiro?
Ambos miraron desconcertados el lugar donde hasta hace segundos estaba el menor.
—¿En qué momento desapareció?
Mientras los dos sirvientes se quedaron pensando en qué momento había desparecido, Soshiro corría como un maniático hasta donde había dejado a su prometida.
Soichiro lo iba a dejar en ridículo otra vez, estaba seguro de eso. Aceleró el paso mientras apretaba con fuerza el mango de su espada.
¿Por qué la casa ahora se le hacía tan grande?
El tiempo en el que llegó seguramente fue un récord que le importaba poco o nada. Una vena se marcó en su cara al ver a su hermano de espalda e inclinado ligeramente sobre ella.
Estaba seguro que tenía una maldita sonrisa traviesa en su rostro.
—¡Cállate! — Y, sin remordimiento alguno, Soshiro le pegó al contrario con el shinai en la espalda. —¡Cierra la boca, no te atrevas a decir algo, maldito!
