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HEREDERA RENACIDA
Novela Ligera en Español.
Es de mala educación dejar a las personas hablando solas.

Capítulo 5

Alexandra se forzó a esconder su disgusto por la escena frente a ella, un juego de miradas escaneándola sin pudor alguno mientras comparaban con cierta pareja conocida.

¿Como había llegado a esto?. Pensando en ello, tal vez debió deshacerse del guardia tan pronto como notó que le guiaba a un área ocupada, incluso se maldijo por no irse tras notar la ausencia de su abuelo. Todo había pasado muy rápido.

Remontando un tiempo atrás se encontraba siguiendo a un hombre temeroso, ignorando el sinfín de preguntas que rondaban en la mente de este, cuestiones como. ¿Quién en el mundo era ella? ¿Como hizo que su ex'S jefe fuera tirado por el joven maestro? Y sobre todo, ¿Por que en primer lugar su maestro hizo cumplir los caprichos de la niña con no más de 10 años? Observó su ropaje simple e indiscretos callos en las manos, ¿Será esta una hija ilegítima?

La infante observó con temple la elaborada arquitectura de la mansión, desde el lujoso salón hasta las imponentes escaleras que subían hacia un segundo piso, siendo flanqueadas por dos amplios pasillos con esculturas de vistas costosa. Sus sentidos afilados y mente trazando un plano mental con el uso de una de sus muchas habilidades de exploración, misma que le permitía saber las posiciones de todo ser vivo a medio kilómetro a la redonda, un área adecuada considerando los límites de un cuerpo juvenil. El avellana en sus ojos oscurecido por la tormenta de mil recuerdos dolorosos.

Seis entidades se concentraron en la zona donde se dirigían, un par de esencias resonando ávidamente como si se llamaran a sí mismos. Alexandra comprendió de inmediato lo que significaba, pero antes de poder anunciar su retiro, se vio abrumada por la tenue inclinación del guardia que solicitaba su espera por un corto periodo de tiempo, notando como le daba la espalda y se adentraba en la sala para anunciarla.

La azabache dio media vuelta sin intenciones de involucrarse con esas personas, pero una voz femenina le llamó desde un punto apartado del pasillo. Alexandra tornó los ojos al intuir problemas, sintiéndose perezosa para lidiar con ellos.

—¡Hey, tu! —una mujer de aspecto pulcro, y traje de sirviente se aproximó de detrás de dos niños tomados de la mano. Causando que Alexandra sintiera un creciente asco tras ver el rostro juvenil del par de amantes infieles— ¿qué crees que haces aquí? ¡Los niños no son bienvenidos en la mansión Davies! Dime ¿quién es tu padre? ¡Me encargaré de que sea echado a patadas en este mismo momento!

Aquella voz aguda hizo que los orbes de la pequeña se oscurecieran un poco más, aguantando las ganas de matarla en ese mismo momento. Iniciando su caminata de nuevas cuentas.

—No te molestes en rogar clemencia, el joven amo y la joven dama son muy blandos con la servidumbre, pero para eso, estoy yo aquí. ¡Para que gente de tu clase no se aproveche de su gentil...

Calló en cuanto notó que la niña pasaba de ellos, dirigiéndose hacia el gran salón con intenciones de marcharse antes de que su estupidez se le contagiara. Pero no pudo avanzar otro paso cuando una pequeña mano le sujetó el brazo.

—Mamá dice que es de mala educación dejar a las personas hablando solas, apresúrate a pedir disculpas a la hermana! ¡Prometo que esta hermana intercederá por ti! —soltó con una voz angelical y mirada preocupada— mamá dice que los buenos niños reconocen sus errores y aprenden de ellos.

La niña no lo demostró, pero Alexandra fue capaz de ver su malicia a través de esos orbes azulados, mismos que se miraban lastimeros ante todo aquel que no tuviese visión.

Alexandra quedó en silencio un momento, escaneando a la niña ante ella mientras se adentraba en su mente. Le resultó hilarante su contenido, no podía creer que incluso a tan corta edad su corazón ya fuese tan oscuro y podrido.

—¿tu mamá? —Soltó por lo bajo, haciendo que los ojos de la contraria se iluminaran maliciosos al creer que la había intimidado, no tomando en cuenta que incluso la había tuteado. Estuvo a punto de jactarse de los buenos modales inculcados como una joven heredera, pero las afiladas palabras de Alexandra la detuvieron de un tajo— ¿A quien le importa lo que diga tu madre?

Bravo soltándose de un solo tirón, sintiendo como la temperatura en la sala bajaba un par de grados. Una muestra clara del descontento de Alexandra, pero lo suficientemente disimulado como para pasar desapercibido por los contrarios, quienes ahora le miraban atónitos.

La niña estuvo a punto de contestar, pero una voz se adelantó: —¿A quién le importa lo que diga mi madre?

Soltó alguien a espaldas de Alexandra, la azabache se había enfocado tanto en el disgusto por ver a esos dos, que por un momento se olvidó de prestar atención a su alrededor, aunque no es como no se atreviera a repetirlo frente a esas personas.

—Una niña no debería ser tan altanera a tan corta edad, ¿acaso tus padres no te enseñaron a respetar a tus mayores? —le siguió una segunda voz. Causando que Alexandra apretara los puños en descontento tras notar la creciente sonrisa de la niña ante ella.

—¡Hermanos! —gritó antes de salir corriendo a los brazos del par de adolescentes que se paraban junto a otras cinco personas, incluido el guardia que miraba atónito la escena. Debatiéndose si intervenir o dejar que las cosas fluyeran por sí solas.

El hombre no pensó mucho antes de que la imagen del joven maestro le viniera a la mente, la posibilidad de ser una hija , ilegítima, pero su hija. Si bien el joven Black no pertenecía a la familia Davies, era bien sabido que los mismos eran vasallos de la familia black en ciudad S, lugar donde solo los poderosos eran capaces de llegar. Así que se armó de valor y dio un paso al frente para defenderla, pero esta contestó mucho antes que el.

—Oh, mis disculpas, señor. Pero temo que los modales no forman parte de mis prioridades, no tomando en cuenta que mi crianza se dio en medio de un campo de guerra, con balas volando por donde quier— soltó para después girar sobre sus talones, encarando a los Castiello en cuanto pronunció las últimas palabras.

Continuará...

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