Capítulo 1

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Control - Zoe Wees

Amber

Abro los ojos mientras el despertador sigue sonando. Son las 07:05 de lunes, y sinceramente, hoy no tengo muchas ganas de ir al Instituto Stacy, uno de los más conocidos de mi ciudad, pero es mi ultimo año en la ESO, así que hay que pegar un ultimo empujón. Reviso mi móvil, que se encuentra al lado mía. No tengo ningún mensaje de Christian, mi novio, así que doy por hecho que no ha tenido tiempo, con todos los exámenes que tenemos, no me extraña. Al entrar en mis redes sociales, los mensajes son tantos que me dan ganas de apagar el móvil y ponerme a dormir de nuevo hasta que crea conveniente. Pero no puedo retrasarme más, así que que me levanto y me pongo manos a la obra a prepararme para irme pronto.

Antes de irme, me miro por última vez en el espejo: Mi pelo rojo está suelto en pequeñas ondas, y mis ojos color verde jade repasan mi reflejo con detenimiento. Estoy perfecta. El aspecto para mí lo es todo. Por eso me había puesto mi falda y mi blusa favorita.

Al llegar al Instituto, veo a Chloé en la puerta. Chloé es mi amiga desde pequeña. Es rubia, alta, con los ojos azules y una melena corta reciente, ya que hasta hace poco tenía el pelo bastante largo. Aunque también es muy...intensa. No hay día que no la veas hablar por los codos. Al verme, Chloé me saluda enérgicamente y viene hacia mí.

-¡Amber! Has llegado un poco pronto, pero bueno, así podemos hablar. ¿Te acuerdas de John, el chico que conocí el otro día al salir de la fiesta de Sarah? Pues verás... - Y comienza a divagar sobre un tema que, sinceramente, no me interesa nada. Así que me limito a escuchar y a asentir. Nos juntamos con los de nuestro grupo: Sarah, la deportista del colegio, Rebecca, una influencer muy conocida, Elizabeth, la chica más estilosa que he conocido, Hannah, hija de unos padres millonarios, George, el capitán del equipo de fútbol del Instituto y Christian, quien en cuanto me ve, me da un beso de bienvenida. Y esos son solo mis amigos más cercanos. Todo el instituto me conoce.

Al comenzar las clases, nos sentamos todos juntos al fondo de la clase, donde siempre. Chloé no deja de hablar por lo bajo, olvidando por completo que están comentando todo el temario que entra en el examen del viernes. Los demás también hablamos por lo bajo y nos reímos. Cuando por fin acaban las primeras clases, nos dirigimos a la cafetería, donde ya tenemos nuestra mesa justo en el centro, vacía y lista para que la ocupemos nosotros.

-Oye, Amber... -Me dice Elizabeth- ¿Qué hay al final de la fiesta de esta tarde?¿Vienes?

-No voy a poder ir, Ellie. He quedado. -No quiero darle el verdadero motivo, porque es muy personal- Pero podré ir otro día

Ellie no parece muy convencida, al igual que los demás. Pero no podía hacer nada más. Yo iba a todas las fiestas que se celebraban, pero desde que...
Me obligo a apartar ese pensamiento. No es el momento, ya sé lo que pasa cuando dejó entrar esos pensamientos en mi mente en estos momentos.

-¡Amber! ¿Estás bien? -dice Hannah sacándome de mis ensoñaciones- Te has puesto pálida.

-Sí, claro, no es nada -Me obligo a sonreír como ya estoy acostumbrada a fingir- Tenía la mente en otro lado.

-No pasa nada si no te encuentras bien, podemos ver que hacemos... -Comienza a decir George.

-¡No! De verdad, no es nada -Me obligo a mentir- Solo estaba pensando en la fiesta del otro día. Creo que conozco a uno de los chicos que vi.

Sé que ninguno se lo ha creído, pero nadie dice nada. Al acabar el día, me despido de ellos y me voy con Christian hasta su casa, que queda de camino a la mía.

-Christian, ¿quieres que quedemos este fin de semana en el bar de siempre? Podemos hablar así mejor, solos. Hace mucho que no me cuentas nada.

Christian se tensa al oírme decir eso, y responde:

-Este fin de semana no puedo, Amber. Recuerda que tengo entrenamiento.

Christian es jugador de tenis, y últimamente tenía tantos entrenamientos como torneos, así que no tenía tiempo para nada más. Me rindo y le digo:

-Bueno, en ese caso, para cualquier cosa que quieras, me llamas -Y le doy un beso

Me despido de el, y una vez me alejo unos pasos, comienzo con el proceso de cada día. Respiro hondo, me relajo, obligo a mis piernas a que dejen de temblar y continúo caminando. Sé lo que viene. Y sé que como todos los días, por muchas veces qué haya repetido esto, sigo manteniendo la esperanza de que algo cambie. Pero una vez llego y pongo un pie en el suelo de esa casa, el caos se desata.

-¡AMBER!

Y empieza mi infierno personal de mi día a día

Tentando a la suerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora