Creo que olvidé como ser feliz...

Mayo 14, 2024

Colombia, Mayo 14, 2024.

Ayer fue tu cumpleaños, y no pude evitar pensar en aquel viejo universo donde yo formaba parte de tu vida, en aquel lugar te hubiera llamado para desearte lo mejor y en cierta manera agradecerte por estar en mi vida y hacerme parte de la tuya, pero ya no más.

Nunca fui buena con las fechas, pero ahora que ya no estás aquí recuerdo cada una de ellas y no puedo evitar llorar al saber de todo lo que se fue por el acantilado, si sigo mis temores toda la caída hacia abajo, ¿podré recuperar lo que en su día tuvimos?, cómo lo mencioné en anteriores cartas, me da miedo saber la respuesta.

Pero ahora estoy aquí, en una de mis eternas madrugadas, donde mi amante nocturno habitual no me deja volver a los brazos de mi amado Morfeo, y sobre pienso todo lo que he vivido en estos calamitosos meses, donde la perdida de tu aprecio me pega como una puñalada, solo te pido algo, como último acto de misericordia para conmigo, deja de enviarme aquellas miradas de pena, de preocupación, de... ¿arrepentimiento?

Dime qué quieres, dime una palabra, deja de mirarme y hazme la pregunta, y que así se rompa este silencio, que es tan frío y tan extenso, te lo imploro, dame la respuesta de tu preocupación, lo dice tu mirada, tan tímida y callada, hasta cierto punto, me entusiasma saber que como me siento no te es indiferente, al contrario de ellos, quizás de nuevo estoy sobre pensando las cosas y realmente solo es coincidencia que me mires y que nuestras miradas se encontrarán, ¿es así?

Yo realmente te amaba, en serio, te amo, no de una manera en que se ama a un amante o a una madre, la forma en que tú compañía me hacía sentir era amada, escuchada. Pero de repente me quitaste toda mi ropa y me tiraste a la calle, que cruel es el hecho de que me hayas dejado sola y desnuda ante la tormenta que se avecinaba por aquellas montañas que nos tenían rodeadas, el frío cala mis huesos y la lluvia lava mis lágrimas, los truenos acallan mis sollozos y gritos.

Ya sabes lo que dicen, los antiguos hábitos mueren gritando.