Daniela Reyes

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*Relato horas antes de lo sucedido con Bael*

Llegué al salón con mucha vergüenza. Por suerte no había nadie y me logré tranquilizar mientras llegaban los demás.

Cuando llegó mi prima al salón, me preguntó por qué había reaccionado de esa manera. No podía decirle que me sentí atraída por Bael y no soporté que hablaran mal de él, así que cambié el tema.

—No te preocupes por lo de hace poco, mejor cuéntame ¿cómo te fue con Bael? —le pregunté.

—Pues fue asombroso, quedamos de salir después de la escuela, ¿qué consejos me darías? Mejor no, recordé que a ti no te va bien en estas cosas —dijo con un tono burlón.

Pasaban las horas de clases, y juraría que lo que había experimentado con Bael era algo muy diferente a lo que había sentido con otros chicos. Sentía que realmente había sido amor a primera vista. Siempre pensé que era puro cuento de las películas y novelas, pero lo que viví fue exactamente eso. No prestaba atención a las clases; en mi mente solo estaba Bael.

Cuando llegó el receso; se le acercaron unos compañeros de nuestro salón, pretendiendo conquistarla. Pero ella empezó a alardear sobre que tenía un novio. Yo solamente me aparté un poco para no estar involucrada en eso. En ese instante vi que Sebastián y Bael se acercaron a ver que estaba pasando. Me puse tan nerviosa de ver a Bael; por un instante pensé en hablarle, pero luego recordé que a mi prima le había gustado.

Me disocié tanto que cuando reaccioné, Bael comenzó a ponerse extraño; lo vi detenerse en el pasillo, respirando profundamente y mirando a su alrededor con una expresión de pánico en su rostro. Sus ojos estaban vidriosos, como si estuviera atrapado en su propio mundo, luchando contra algo invisible. De inmediato me di cuenta que fue por culpa de mis compañeros de salón, ellos empezaron a molestarlo.

De nuevo, no me pude contener y grité tratando de defenderlo: "¡Ya déjenlo, lo que hacen no está bien, y miren las consecuencias!''.

De repente Bael se desmayó, y sin dudarlo, me lancé hacía él para llevarlo a la enfermería. Como no podía sola, Sebastián también se ofreció a ayudar. Pasaron 15 minutos, pero a Sebastián le surgió un imprevisto y se tuvo que irse.

La enfermera me dijo que sus padres no contestaban el teléfono, así que me quedé con él hasta que recobrara la conciencia. Estaba tan angustiada, sin embargo, a mi prima no pareció importarle mucho, pues nunca se presentó para ver cómo estaba su supuesta cita.

No sé qué fue lo que me sucedió, pero lo tomé de la mano y empecé a tararear una vieja canción. Bael comenzaba a estar consciente de nuevo, así que de inmediato quite mi mano y mecallé.

Amor de AyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora