𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 00

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Lake Placid,  condado de Essex, Nueva York.
2019

En una pequeña villa que decidió apartarse del mundo despues de que los humanos, sobre todo la sociedad, comenzaba a caer debido a la fiebre del Simio, un virus que se supone que seria la cura el Alzheimer pero por alguna razón esta matando a los humanos, pero en los simios el caso es diferente.

Fue experimentado con simios, el virus permite que el cerebro de los simios replique sus propias células para repararse, lo que a su vez les otorga una mayor inteligencia y puede ser heredado por la descendencia de simios infectados. El único síntoma físicamente notable es la adopción de un tinte verde en el iris de los simios infectados . Sin embargo, en el caso de los humanos, el 113 es letal ya que su sistema inmunológico es más débil que el de un simio, es altamente contagiosos, los humanos infectados muestran hemorragias nasales constantes antes de sangrar por los ojos, oídos y boca antes de morir.

En Lake Placid el virus llego y solo mato a casi la mayor parte de la población, el resto trata de sobrevivir y tratar de seguir con sus vidas, sobre todo a adaptarse ya que sabian que nada seria como antes, cada día mueren mas.

El alcalde la villa entra a su casa donde encuentra a su huésped, era alguien encapuchado que estaba sentado en la mesa.

-Lo guarde todo en esta memoria- extendiéndole un USB-. C-Créeme que no pude seguir viéndolo, no pude- soltando una lagrima-, tuve que salirme del cuarto para no verlo y sobre todo escucharlo.

Su invitado toma el USB, no era una mano humana, era la mano de un simio, este se quita la capucha revelando se una Chimpancé de casi 7 años, pelaje negro y unos ojos amarillos.

-N-No entiendo porque quieres tenerlo, lo que vi es... es tan, tan...

-Es todo lo que conozco- susurro la chimpancé con fluidez.

El hombre no se sorprendió ni se asusto de oírla hablar, desde el virus se propago por todo el mundo los simios comenzaron a hacer cosas que antes no hacían, una de ellas es hablar.

-Y que debes de olvidar- dijo el hombre sentándose frente a ella-, lo que te hicieron a ti y a todo esos...- no pudo terminar la frase ya que comenzó a temblar-, es lo mas horrible que eh visto- toma su mano-. Tu sobreviviste, debes vivir y comenzar una nueva vida.

-¿Como Max?- pregunto bajando la mirada-, sabes lo que realmente soy, un fenómeno que no debería de existir.

-¡No digas eso Eve!- casi alzo la voz-, tu eres una victima, te secuestraron, te torturaron y te...- traga duro mientras la mira a los ojos-, no eres un monstruo, eres un ser que merece ser feliz, encontrar el amor, formar una familia.

-No puedo

-Claro que puedes, por alguna razón siempre mencionan de lo que pasaría si tienes un hijo y...

-¿Y si no es verdad lo que dicen?- pregunto- ¿Y si tengo un hijo y sigo con la condena?

-¿Que tal sino?.

Eve lo mira fijamente y se recarga en su asiento, voltea a ver la ventana para ver el hermoso paisaje que la villa ofrece al estar lejos de la ciudad.

-¿Quien se fijaría en algo como yo?, nadie.

-No digas eso.

-¡PADRE!- grito una chica entrando a la casa- ¡Padre! ¡Los soldados están aqui!- dijo aterrada.

Eve y Max se levantan y corren hacia la puerta de la casa, ella toma los binoculares de la chica y mira los camiones con soldados entrando a la Villa, pone mucha atención en uno donde vio al ser que lideraba a ese grupo: El Coronel J. Wesley McCullough, el ser mas temible de todo el mundo y del que ella a estado huyendo desde que él se entero de su existencia.

-Esta aqui- susurro Eve asustada- ¡Debo irme!- entrando a la casa.

Max y su hija se miran entre ellos y entran corriendo a la casa, entran a uno de los cuartos donde la miran guardando unas cuantas cosas en una pequeña bolsa.

-¿Donde tienes los casettes, Max?- pregunto Eve viéndolo.

Max saca dos audio cassette y se los entrega, Eve los toma y los guarda.

-Ve al sur, lo mas al sur que puedas- dijo la chica rápidamente-, estoy segura que no te alcanzara ahí.

Eve sale por la parte de atrás de la casa y se escuchan un par de disparos y gritos de las personas.

-Tranquila Eve, estaremos bien, tu tienes que irte- dijo Max.

Al escuchar eso Eve sintió como la sangre abandonaba su cuerpo, ¿Cómo que ellos se quedaran?, ella pensaba que ellos la seguirían no que se quedarían a manos de ese ejercito.

-¡No! ¡Vengan conmigo!- casi grito Eve

-No, no podemos abandonar Lake Placid y su gente- dijo la chica rápidamente.

Eve negaba con la cabeza ya que no quería dejarlos.

-Tu tienes que irte- dijo Max tomándola de los hombros-, vete, lo mas al sur que puedas, vive, se feliz... y no lo hagas por mi, hazlo por tus hermanos, ¿No les hiciste una promesa?- sonriendo.

Eve suelta mas lagrimas, es cierto, les habia hecho una promesa y tenia que cumplirla. Abraza a Max y luego a su hija con fuerza, sabia que esta pudiese ser la ultima vez que los vería, le dolía pero no tenia opción, no podia caer en las manos de ese ejercito.

-Adiós pequeña Eve.

Ella lo mira una vez mas antes de correr al bosque, Max y su hija miran como desaparecen en el bosque antes de escuchar un fuerte golpe que provenía de la casa, ambos voltean y miran un un pequeño grupo de soldados saliendo con sus armas apuntándoles.

-Díganle al coronel que encontramos al alcalde- dijo uno de los soldados, este asiente y se va-, ¡Los demás sigan buscando!- los otros se alejan-, según nos dijeron que ella esta aqui- apuntándole a Max.

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Eve seguía corriendo por el bosque, pero se detiene al escuchar mas disparos que provienen de la Villa. Voltea asustada con lagrimas en los ojos, quería volver, pero su miedo y la promesa que hizo se lo impedía, se siente como una completa cobarde pero no quiere volver a vivir un infierno.

-¡BUSQUENLA!- se escucho una de las voces que la persiguen en sus pesadillas- ¡ENCUENTRENLA! ¡ELLA ES LA CURA!

Ella sigue corriendo adentrándose mas en el bosque, alejándose de la Villa y de los militares.

𝐃𝐨𝐬 𝐌𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora