Un día, Lucas le propuso a Elena que volviera a reunirse con él en la ciudad en la que ahora vivía. Elena aceptó encantada, sin sospechar que Lucas le tenía preparada una sorpresa.
Cuando llegó a la ciudad, Lucas la esperaba en el aeropuerto con un anillo en la mano. Se arrodilló frente a ella y le pidió que se casara con él.
Elena no pudo contener las lágrimas de emoción y asintió sin dudarlo. Habían superado todos los obstáculos para estar juntos, y ahora querían pasar el resto de sus vidas compartiendo su amor.