Habían pasado algunos días desde que Beth y Noah lograron recuperar su libertad, ahora ambos deambulaban por la ciudad. La rubia había aprendido de Glenn que la clave siempre sería ser sigilosos, convertirse en un ratón -rápido, callado y astuto-.
Tenían que salir de la ciudad, necesitaban un auto, comida o por lo menos más agua. Los dos estaban explorando en los edificios aledaños, buscando algo útil.
Los ojos de la rubia exploraban el lugar cuando pudo ver una pequeña nevera. Al abrirla, pudo hacerse de dos botellas de agua y un agua mineral.
-Perfecto -sonrió y abrió su mochila para guardar aquellas provisiones.
Se dio la vuelta y por el pasillo escuchó pasos. Alguien corría rápido, abrió la puerta y se encontró con Noah corriendo en apuro hacia ella.
-¡Noah! -ella gritó y corrió hacia él.
Cuando la chica llegó hasta el chico, lo miró asustado.
-Había conseguido armas... Maldita sea... ellos, ellos vienen -dijo Noah, su respiración era errática y sus ojos llenos de terror.
Beth sintió un escalofrío recorrer su espalda. -¿Ellos vienen? -preguntó, su mente inmediatamente pensando en la gente del hospital.
-¿Dawn y sus hombres? -de inmediato averiguó.
-No... Dos personas... una mujer y un hombre. Había tomado sus armas... diablos, no debí hacerlo, me están siguiendo, ya vienen -respondió Noah, con voz entrecortada.
-¡Corre! -ordenó Beth, mientras ambos comenzaban a correr por el pasillo.
Se escondieron en una de las habitaciones de aquel edificio. Ambos callados mientras escuchaban el sonido de pasos toscos por el pasillo.
Beth apuntaba a la puerta con su arma, mientras Noah mantenía su cuchillo cerca. Sus ojos estaban pegados en la única entrada del cuarto. El corazón de Beth latía con fuerza al escuchar cómo las personas que seguían a Noah revisaban habitación por habitación.
-El hijo de perra corrió hacia aquí... debe estar cerca - una voz masculina casi familiar para Beth comentó fuera era la habitación.
Beth sentía la garganta seca, su mano firme sobre su pistola, la frente con sudor y uns respiración pesada que anticipaba lo que pronto vendría.
Entonces pasó, la puerta fue abierta. Beth se preparó para disparar de ser necesario, pero su corazón se dio un vuelco cuando observó que quienes seguían a su compañero eran rostros conocidos. Reconoció al hombre de chaleco y ballesta, Carol a su lado sosteniendo su metralleta. Ella bajó su pistola de inmediato.
-Beth... -Daryl la miró incrédulo. Era ella, estaba viva, su rubia estaba viva.
-Carol... Daryl -Beth no pudo evitar llorar y correr a los brazos de ambos.
Daryl guardó compostura y simplemente cerró sus ojos con un suspiro de alivio. -Pensé que te habíamos perdido -susurró, con la voz quebrada por la emoción.
[🦋]
Todo el camino de vuelta al campamento, Beth se encargó de explicar lo que había pasado durante todo ese tiempo, solo lo esencial, si no no habría tiempo suficiente para narrar los horrores por los que había pasado.
Presentó a Noah, expresando cómo su libertad se debía a él. Cuando esto sucedió, Daryl no pudo evitar mirar al chico con cierto recelo, aún alerta de las intenciones que éste tenía con Beth.
-Si no fuera por Noah, no estaría aquí -dijo Beth, mirando a su compañero con gratitud.
Daryl observó a Noah con cierto recelo, aún alerta de las intenciones que éste pudiera tener con Beth.
-Gracias por ayudarla - clamó con honestidad, aunque su voz aún mostraba desconfianza.
La noche llegó y aún faltaba bastante para llegar a casa. Era un riesgo andar a ciegas en el bosque, especialmente cuando estaban aún cerca de la ciudad.
-Necesitamos un techo... pronto -comentó mientras miraba alrededor.
-Sí... de seguro podemos encontrar alguna cabaña... ¿recuerdas la que hablamos después del ataque a la prison? - Beth comenzó a caminar adentrándose más profundo en el bosque. Daryl instintivamente sujetó su brazo y sacudió su cabeza.
-No te alejes... somos un grupo... -trató de enmascarar el sentimiento de protección que la chica le generaba, más ahora que casi la perdía.
Beth solo asintió y observó cómo Daryl se unía en su caminata. Caminaron un rato hasta hallar una vieja choza. Daryl se aseguró de que todo estuviera en orden. Cuando fue claro que no había nadie o nada dentro, volvió por Carol y Noah.
El grupo hizo un par de camas improvisadas en el piso con algunas de las cosas que había allí: edredones, pieles de animales y chaquetas. De seguro quien vivía allí había sido un cazador.
Durante toda la noche, Daryl no pudo dormir, sus ojos se paseaban en ratos hacia la figura de la rubia que yacía acostada en la cama de al lado. Quizás era la euforia de tenerla de vuelta, tal vez el miedo de perderla de nuevo.
El castaño finalmente se levantó de la cama, gateó hasta Beth, encendió la pequeña vela que yacía en medio de ambas camas, y entonces se encontró admirando el rostro de la chica. Seguía siendo hermoso, lo único que le preocupaba eran las dos cicatrices que aún lucían rojas, una en la mejilla y la otra en su frente, tenían suturas. Durante su relato del hospital ella nunca mencionó cómo las había adquirido, y claro, no queriendo ser invasivo, no preguntó, pero lo más seguro era que le hubieran hecho daño, ellos, la gente del hospital.
Su mano temblorosa se acercó y sintió el calor de la chica. Con sigilo acarició su mejilla, se permitió sentir por un segundo, y le agradeció a lo que fuera que estuviera allá arriba por habérsela devuelto.
Beth abrió los ojos y se sorprendió al ver al hombre tocando su rostro, el mayor con vergüenza apartó su mano y la mirada.
El momento fue incómodo por unos segundos, hasta que Beth le entregó una cálida sonrisa.
-¿No puedes dormir? -preguntó sentándose en el tumulto de edredones.
-Yo solo... Yo... uh, no... -dijo aún sin encararle la mirada-. Ellos... la gente del hospital, ¿te lastimaron? -cambió el tema y apuntó hacia su mejilla.
-Sí... pero no te preocupes, lo que no te mata te hace más fuerte -rió casi en un susurro.
-Ya eras fuerte -clamó mirándola finalmente.
Beth sonrió y se levantó de la cama improvisada para acercarse más al castaño.
-También te extrañé -y después de esas palabras los brazos de la rubia envolvieron al hombre.
Daryl inclinó su cabeza apoyándose en la cuenca entre el hombro y cuello de la chica.
-Tenías razón... -murmuró el arquero.
-¿Huh? -Beth ladeó su cabeza en confusión.
-Te extrañé tanto cuando ya no estuviste... Fui el último hombre sobre la tierra, y odié cada segundo de ello -confesó mirando hacia arriba.
Beth rompió el abrazo al notar que Daryl lloraba, no era la primera vez que le veía derramar lágrimas, pero sí la primera ocasión en que la razón era ella.
-Hey... estoy aquí -le sonrió tratando de animarle.
Daryl entonces no pudo contener las emociones que le desbordaban, y en ese instante, sujetó a la chica y la atrajo hacia su pecho. En ese abrazo trató de decirle lo mucho que significaba para él, para su vida.
Los latidos del más alto eran lo único que ella lograba escuchar; Beth cerró los ojos y se concentró en aquel compás que poco a poco le arrullaba.
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Gracias por votar y comentar jaja, haré edits para que la historia sea más interesante. La foto de hoy es cómo se vería Beth apuntándole a Carol y Daryl. :P
¡Bye bye!
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"La mala suerte de Daryl Dixon" [ Bethyl ]
Fiksi Penggemar"Donde Daryl no soporta su mala suerte, y solo quiere a su rubia igenua de vuelta"