Capítulo 5

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—Entonces, ¿qué raza es el cachorro? —cuestionó Jungkook a pesar de haber hecho ya bastantes preguntas desde que Esty le platicó sobre lo que había ocurrido la noche anterior

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—Entonces, ¿qué raza es el cachorro? —cuestionó Jungkook a pesar de haber hecho ya bastantes preguntas desde que Esty le platicó sobre lo que había ocurrido la noche anterior.

Esa tarde, Jungkook y Esty acordaron reunirse para ayudarse mutuamente con las tareas de la universidad. Solían hacerlo cada ciertos días en los que el artista disponía de tiempo. Y aunque Esty se encontrara físicamente cansada por no haber dormido bien, de verdad que no le importó en lo más mínimo con tal de acceder a la petición de Jungkook.

—No lo sé muy bien... —contestó la chica—. Cuando lo veas quizá tú sí sepas.

Decir que se encontraba emocionada era poco a lo que realmente sentía. Jungkook caminaba a su lado, ayudándole con las bolsas del mercado. Aquella semana le había tocado a Esty pasar a hacer las compras y Jungkook se había ofrecido a acompañarla.

No habían tenido que caminar mucho, el trayecto fue corto y sus manos no se cansaron de sostener las bolsas. Al llegar al apartamento, Esty dejó sus botas negras favoritas al lado de la entrada y Jungkook hizo lo mismo.

Entre una de sus tantas conversaciones, la chica le daba consejos a su amigo para combatir el acné. Esty consideraba que su problema en la piel era normal y no era grave; pero lo malo de ser un artista era que no debía tener aparentes defectos, pues todas las cámaras apuntaban a su rostro continuamente. A pesar de eso, y de su asco por llegar a tocar rostros extraños, Esty imaginaba poder acariciar aquella piel trigueña clara que a Jungkook le consternaba por las imperfecciones.

Su imaginación era tan poderosa que podía incluso sentir en la yema de sus dedos la sensación de su piel, siendo que casi nunca se habían siquiera rozado las manos.

—¿Lavas tu cara todos lo días por la mañana y antes de acostarte a dormir? —Esty preguntó, viendo al apuesto chico que dejaba las bolsas del mercado sobre la barra.

Jungkook dudó, sonrió de lado tratando de ocultar su vergüenza. La respuesta era clara y, siendo un hombre, sonaba algo tonto tener que confesarlo; pero nada era tonto si tenía que ver con Esty, así que le contestó.

—Uhmm... sí, bueno, a veces —dijo Jungkook, viendo con inocencia el rostro de su amiga. Esty enarcó una ceja y lo miró fijamente sabiendo que mentía—. Bieeen, trato de hacerlo, lo juro, pero a veces solo lo único en lo que pienso es en ir a la cama a dormir.

Y Esty lo entendía muy bien, sabía que su carrera como artista no era nada fácil. De hecho, nadie lo tenía fácil. Incluso ella, estudiando una carrera universitaria sobre algo que le apasionaba, siempre se preguntaba si debía seguir o dejar todo atrás, el cansancio físico como mental le hacían replantear la decisión que tomó con tal de apoyar a su amiga. Trataba de ser optimista la mayoría de las veces para poder ayudar a quienes quería, especialmente a su mejor amiga; y es que su maldición era amar tan intensamente a una persona que resultaba difícil deslindarse de ella aunque las cosas se pusieran complicadas.

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