Capítulo X

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Con mis pulmones ardiendo por la falta de oxigeno suficiente detengo el combate y alzo la mano solicitando un descanso. Mi oponente acepta la petición y en cuanto me tomo un segundo para respirar, este con un movimiento limpio usa su pierna derecha para barrer mis pies dejándome en el suelo.

—¡Solicité el descanso! —me quejo en el suelo con mi hombro adolorido por el golpe.

Colin suelta una carcajada victoriosa y se abalanza para tenderme la mano.

—Eso cuenta cuando estas en un combate real, esto es una práctica.

Tomo su mano y justo cuando recupero algo de equilibrio, aprovecho su paso en falso para voltearlo.

—¡PARA TODOS LOS PRESENTES! —festejo mi momento aun que no nos esté viendo absolutamente nadie.

El castaño se queja del dolor de espaldas entre risas hasta que se sienta con los antebrazos apoyados en sus rodillas.

—Eres una muy mala perdedora.

—Y tú un muy mal ganador. —me mofo.

Lo ayudo a levantarse y me observa con curiosidad.

—¿Qué tienes? —dos líneas se forman en su entrecejo.

—¿Por qué lo dices? —pregunto mientras enfundo mis dagas en el cinturón.

—Estuviste muy dispersa en la práctica, en repetidas ocasiones te tuve que dar ventaja. —lo dice con tanta seriedad que no se si en verdad se burla de mí o habla en serio.

Lo miro con un abismo de molestia y chasquea la lengua.

—No me estoy burlando, hablo en serio, siempre eres un puto dolor de cabeza en el combate cuerpo a cuerpo y hoy fue como pelear con mi hermanita menor. —explica con un tono preocupado.

Me muerdo el labio nerviosa y agacho la cabeza. Trato de evadir la conversación acomodando un par de cosas que se usaron en el entrenamiento anterior, pero aun así él me sigue.

—¿Pasó algo?

A veces odio que me conozca tan bien.

—No tiene importancia. —me encojo de hombros quitándome la pechera que usamos para protegernos de posibles accidentes.

—Oye. —me detiene al ver que me alejo y me obliga a verlo. —Puedes contarme, tal vez hasta pueda ayudarte.

Una media sonrisa se dibuja en mi rostro.

—Solo un milagro puede hacer que mi tío acepte que quiero ser soldado. —digo con ironía. —Además, ambos sabemos que diga lo que diga, algún día cumpliremos nuestro sueño. —finjo un tono un poco más animado.

—Habla por ti. —me mira fijo y comienza a afirmar su agarre.

Sutilmente quito su mano de mi brazo, algo extrañada.

—¿Por qué dices eso?

—Por tu culpa no podré ser nadie nunca. —gruñe perversamente y el desconcierto me desborda.

—¿Colin, que te pasa? Me estás asustando. —empiezo a retroceder lentamente y juro que ni siquiera puedo reconocer su mirada, está completamente ido.

—¡Mira! —se saca la pechera y entonces veo la mancha de sangre en su ropa. —¡Tu me mataste, Adira! —grita fuera de sí.

Mi instinto me lleva a querer asistirlo, tengo que ayudarlo. Sin embargo, antes de que pueda moverme se me viene encima y me agarra de las muñecas con fuerza.

—¡Colin, tienes que dejar que te ayude!

Entonces me tira al suelo con brusquedad dejándome paralizada. Mi cuerpo reacciona por sí solo gracias al entrenamiento de Thorsten y saco una de mis dagas. No voy a hacerle daño, pero si debo defenderme se como moverme para asustarlo y no matarlo.

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