III

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La ropa nunca me a parecido gran cosa, como las chicas tienen mil prendas y dicen no sé qué ponerme, es raro para mí. En lo personal mi estilo es tipo película de Adam sandler pero en esta ocasión debo verme muy linda. ¡Probablemente esta sería la cita más bonita de mi vida! Veo las opciones que tengo, una Braga negra con una camisa amarilla. No, parecería una abeja. Un jean acompañado de una blusa manga larga, mmm no, mejor otra cosa. 

Una blusa de tirantes color zapote con una chaqueta de jean y una falda suelta hasta las rodillas color azul glacous. No está mal, me lo pondré. 

Casi nunca me maquillo pero hoy sí quiero retocarme un poco, y ni se porqué. Me coloco un poco de polvo, pestañina y un pintalabios color rojo suave . Agarro mi bolsois llaves y aviso:

—Oigan voy a salir.

—Bueno—dice mi hermana en el sofá—.

—Diviertete—dice mi mamá por la cocina—.

—Gracias—dicho esto me voy—.


Cogo el taxi enseguida y me dirijo al centro comercial. Ya en el centro comercial voy a la cafetería Juan Valdez y otra vez, entre tantas personas lo encuentro a el. Es precioso. Lleva puesto un pantalón poco ajustado marrón con una blusa manga larga verde oscuro y unos Jordan negros, me acerco a la mesa y hablo.

—Hola—saludo un poco nerviosa—.

Alza la mirada pero me mira sorprendido, su boca se entrega te un poco y me mira de arriba a abajo.

—Ehmm¿Vas a pasar todo el día mirandome?—bromee

El sale de su trance con mis palabras y me sonríe.

—Perdón, es que tú belleza es tan magnífica que podría mirarte todo el día sin cansarme. ¡Ay dónde están mis modales! Por favor, siéntate—se levanta y me acomoda la silla para sentarme—.

—Gracias —le dijo sonriente—.

—De nada. ¿Quieres un café?

—Si, no estaría mal.

—Esta bien—llama al mesero y este llega al instante con bolígrafo y librito en manos—.

—Un café con crema por favor.

—Si señor, y para la señorita que desea—me dijo volteandose a mi—.

—Hola corazón cómo estás, amm me da un tintico que no esté amargo y me hace el favor y me da un poco de pan, porque sin pan no hay tinto—bromee—.

El camarero se rió y tomó la orden—Asi es señorita, ¿algo mas?

—Nope, gracias —le sonreí dulcemente—.

El me devolvió la sonrisa—A la orden, permiso—dicho esto se fue, Terrant me mira unos segundos hasta que habla—.

—Wow, ¿siempre eres así de amable?

—Sipe, la amabilidad es una virtud que no todos tienen, sin está pa' que le hablas a las personas.

—Buen punto—sonrió. Adoro su sonrisa, nos quedamos unos minutos en silencio hasta que habla—.

—Te ves hermosa.

Mi cara se calienta—Gracias, tú también te ves muy guapo.

—Gracias—me sonríe dulcemente mientras veo como su cara se enrojece un poco—.

—Y dime ¿Qué fue lo que te hizo ser doctor tan joven?—Pregunté—.

—Bueno, cuando era pequeño quería ayudar a las personas, así que un día le prometí a mi abuela que me dedicaría a algo que me haría feliz, y ya que tenía el apoyo y los recursos suficientes estudié medicina y me convertí en doctor. Es más, cuando nos conocimos apenas empezaba, me mandaron aquí para reemplazar a un doctor de ese entonces. 

—Wow, que chévere—dije asombrada—.

El camarero llega con los cafés y los pone en la mesa.

—Gracias corazón—agradezco—.

—A la orden—se va—.

—¿Y tú a qué te dedicas?—Pregunta llevandose la taza a los labios—.

—Bueno, un poco de todo. Por un tiempo vendí dulces en mi colegio, después vendí comida, me hiba bien, después recaudé lo suficientemente y cumplí mi sueño de ser bailarina. Bailé en el teatro de Cartagena y fui una bailarina ejemplar, pero sentía que quería ser otra cosa así que dejé mi carrera con muy buenos honores y estudié medicina con una beca que me gané y estoy terminando de estudiar para ser psicóloga forense—el me mira con los ojos abiertos como platos—.

—Wow, has trabajado muy duro.

—Asi es. Pero todo a válido la pena, con el apoyo de mi familia no fue tan difícil—mojo el pan con el café y me lo como—.

—¿Mojas el pan con el café como si fuera una galleta?—pregunta confundido—.

—Es delicioso, prueba—hablé con la boca llena, le dí un pedacito de pan y el cautelosamente lo metió a su café, lo sacó y se lo comió—.

—Mmm—dijo agradado—que rico—.

—Jajaja verdad que sí —le doy un buen sorbo a mi tinto—.

Seguimos conversando de todo un poco hasta que nos terminamos el café. El camarero llega con la cuenta.—Bueno en total serían 18.500

—Yo pago—dice Terrant mientras saca su cartera—.

—Yo pago mi café—digo—.

—No, no te preocupes, yo pago.

—Ay oye aue pena—protesté—.

—No es molestia—dicho esto le da la plata al camarero y de paso le da muy buena propina—.

—Muchas gracias—dice el camarero—.

—A ti—decimos Terrant y yo en unísono—.

—A la orden—se va epicamente—.

—¿Oye quieres salir por ahí a hacé' na'? —Propuse—.

—Me parece bien —y así nos levantamos y salimos del centro comercial—.

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