Capitulo II

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Alhaitam estaba en su oficina de escriba, leyendo y firmando papeles, depende lo necesario. Alguien tocó a su puerta
— Pase — dijo el escriba muy concentrado en su trabajo.
— Entiendo que te caigo mal, pero no es para que no me mires, Alhaitam — dijo Como, pasando con todaa tranquilidad, dejando su lanza a lado de la entrada.
— Oh, Cyno — dijo decepcionado Alhaitam —¿Que te trae por aquí? No tengo agendada una visita tuya — dijo, verificando en una libreta de cuero teñido de azul que hacía el trabajo de su agenda.
— Muchas gracias por tu acogedor recibimiento — dijo para después tomar asiento, enfrente del escriba — Vengo para informarte que hay desapariciones, y no, no es algo sin importancia.
— ¿Entonces?
— Fatuis, han secuestrado a todo tipo de gente y de todos los rangos, y no es solo eso, los que encontramos, no regresan iguales, no recuerdan quienes eran o a sus familias — dijo el matra con seriedad  en su rostro.
— Y ¿Porque a penas reportas esto, Cyno? — dijo el escriba con su ceja levantada.
— Hasta ahora tuvimos la respuesta que eran los Fatuis, y fue pura suerte ya que a un joven que rescatamos tenía ropa de estos, no sé si fue un accidente o con intención eso — dijo con el entrecejo fruncido.

El escriba miro con seriedad a el matra, tomo aire y hablo — ¿Quien más sabe de esto?
— El tipo del sombrero, Deyha y tu, pero viendo lo cercanos que son el del sombrero y la arconte, ella probablemente ya sepa de la situación. — dijo el matra, relajándose un poco.
— Que se mantenga en privado Cyno, si es algo menor no quiero que haya pánico en Sumeru, y si es algo fuerte encargarnos rápido.
Cyno asintió, al no tener otro asunto de que hablar con el escriba, se levantó de su lugar, listo para irse hasta que la voz de Alhaitam lo detuvo.
—Cyno, oye, ¿Kaveh no te a dicho algo nuevo? — dijo Alhaitam, en su voz se podía notar un poco de preocupación.
— No que yo recuerde — dijo el matra tomando su lanza — ¿Porque preguntas? ¿De nuevo pelearon muy fuerte?
— No, para nada — el escriba hizo una pausa — solo, no, nada Cyno, nada importante.— dijo el escriba.
— Bueno, pero sabes que Tighnari es mucho más cercano a el que yo, así que si quieres saber algo que tú no sabes, quizás el te ayude — dijo eso para después retirarse de la oficina de Alhaitam.



Kaveh estaba paseando por el bazar, comprando materiales para su siguiente proyecto, cuando en un puesto de tintas algo llamo su atención: Un par de plumas que iban a juego con un patrón artificial de flores, de inmediato Kaveh las compro, pensando en una regalarse la a Alhaitam, el rubio guardo eso y más cosas en su maleta de confianza Mehrak.
Ya iba de regreso a la casa cuando se topo con su cita de anoche, Alastair. Un chico con el pelo teñido de rubio, sus raíces estaban crecidas pero para Kaveh eso lo hacía ver más atractivo, su piel dorada que hacía juego con sus ojos miel y una sonrisa de principe de cuentos.

Kaveh conoció a Alastair porque el había solicitado uno de sus trabajos más creativos, por ese mismo motivo el y Kaveh se habían hecho muy cercanos, hasta que en un punto Alastair le pidió una cita, Kaveh se sintió en los cielos. El había puesto en pausa su vida romántica hasta que se saliera de casa de Alhaitam, pues aún había algo de amor no correspondido hacia el y el creía que hasta que se fuera podría soltar eso. O eso creía hasta que conoció a Alastair.

— Kaveh, hola — dijo el moreno, dándole un beso cariñoso en la mejilla — ¿Cómo estás? Tiene rato que no te veía — dijo con un tono humorístico, mientras le sonreía coquetamente a Kaveh.
— Muy bien, Alastair — respondió el arquitecto con un leve rubor en sus mejillas y una tímida sonrisa — Si, ya hacía falta vernos — dijo siguiéndole la broma a él contrario.
— Tanto tiempo que no te e visto que tuvo que comprar algo que me recordara a ti — dijo el moreno, sacando una pequeña cajita envuelta en papel marrón de su saco — Ten, te compre esto — dijo, entregándole el detalle al rubio.

Kaveh dudo si aceptarlo, quizás era muy pronto para dar detalles así, pero sabía que sería peor rechazarlo, así que con una sonrisa cariñosa recibió el regalo y lo abrió, encontrándose con un prendedor de un pájaro rojo, similar a una guacamaya, lleno de pedrería que convinaba con los colores del ave.
— Alastair, esto es — el rubio estaba sin palabras por ese regalo.
— Me recordó a ti, a tus ojos y a tus deseos de ser libre, te lo iba a dar está noche pero cuando te vi no me pude resistir a no dártelo — dijo el moreno sonriéndole, tomando sus manos mientras lo veía de una manera muy dulce.
— Alastair, esto es mucho, yo no tengo nada ahora para regalarte — dijo el rubio nervioso — No pasa nada, Kaveh, de hecho, por favor, permíteme ponerte el broche en tu pelo — dijo Alastair, el rubio asintió y se dió la vuelta.
Alastair con delicadeza cambio el viejo prendedor por el nuevo, al inicio Kaveh sintió un pequeño peso, pero rápidamente se acostumbro.
El rubio se volvió a girar para abrazar a Alastair quien le devolvió gustosamente el abrazo.
— Prometo conseguirte un regalo igual de valioso para ti — dijo Kaveh susurrándole al oído al contrario.
— Está bien — dijo separándose del abrazo para volver a ver a Kaveh con esa cálida mirada — ¿Te veo más noche?. —
El rubio asintió.

Pronto ambos se despidieron y siguieron sus caminos.
Cuando llegó Kaveh a la casa, Alhaitam ya estaba ahí, cocinando concentrado que no se dió cuenta que su amigo ya había llegado.
Kaveh asentó a Mehrak y se acercó a la cocina para saludar a su amigo
— Alhaitam ¿Que cocinas? — dijo el rubio, poniéndose a lado para inspeccionar los dotes culinarios de Alhaitam.
— Oh, Kaveh, ya llegaste, no te oí entrar — dijo el peligris  — estoy probando recetas extranjeras — dijo el escriba, pausando su actividad para ver a Kaveh.
— ¿Y eso que quieres probar recetas? — dijo el rubio mientras se giraba para conseguir un vaso, ahi alhaitam noto el nuevo prendedor de su compañero.
— ¿Que es eso que tienes en el cabello? — dijo Alhaitam con curiosidad.
— Oh, ¿Hablas del prendedor? Me lo regaló un amigo — dijo el rubio para después servirse agua.
—¿ Fue Cyno o Tighnari? — dijo el peligris con duda.
— No, fue otro amigó.
— ¿El mismo con el que saliste ayer?— dijo el peligris, volviendo a su actividad de cortar verduras.
— Si — dijo Kaveh con una sonrisa boba en la cara al recordar el momento — está bonito ¿Verdad?— dijo el rubio lavando en ese mismo instante su vaso.
— Si, supongo — dijo Alhaitam serio, el escriba sentía un nudo en su estómago al saber eso, pero no sabía el porque.





Comfort Romies-HaikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora