En la fría y desolada tierra de la era glacial, Ark, el neandertal solitario, se preparaba para regresar a su refugio después de pasar el invierno en soledad. Durante meses, había luchado contra las duras condiciones climáticas, cazando para sobrevivir y buscando abrigo en las cavernas más profundas de las montañas.
Con el inicio de la primavera, el neandertal sabía que era hora de regresar a su hogar. Con sus herramientas de caza al hombro y la piel de un oso que lo protegía del frío viento, emprendió el arduo viaje de regreso. La nieve comenzaba a derretirse, revelando los prados verdes y los arroyos cristalinos que habían estado ocultos durante meses.
A medida que avanzaba por el terreno montañoso, el neandertal recordaba las largas noches en las que se acurrucaba junto al fuego, observando las estrellas brillar en el oscuro cielo invernal. Había aprendido a apreciar la tranquilidad y la belleza de la naturaleza, pero ansiaba la compañía de los suyos.
Finalmente, después de varios días de viaje, divisó a lo lejos la imponente roca que marcaba la entrada a su refugio. Un sentimiento de alivio lo invadió al saber que pronto estaría de vuelta en su hogar. Al acercarse, fue recibido por el silencio y el sonido de el viento, sin que nadie lo reconozca o le célebre después de todo el esfuerzo.
Al entrar en la caverna, el neandertal fue recibido por la triste vista de las antorchas apagadas, las ratas y los refugios desgastados. Los rostros familiares que estaban, expresando alegría y alivio ya no aparencian mas ahi. Se reunió en una fogata solitaria sin nadie.
Nadie celebró su regreso con una gran fiesta o al menos algún abrazo por su esfuerzo y las historias de sus aventuras invernales. A pesar de eso, Ark se sentía medio completo una vez más, aunque no estaba rodeado de aquellos que amaba y que lo hubieran esperado con ansias durante la fría estación.
Mientras observaba el fuego danzar en la oscuridad de la caverna, el neandertal agradeció a el destino y sus dioses por guiarlo de regreso a casa. Sabía que, aunque el invierno fuera largo y solitario, siempre tuvo su causa y fortaleza para darle fuerzas y apoyo en los momentos difíciles.
Y así, con el corazón vacio y un poco feliz, el neandertal se sumergió en un reparador sueño, listo para enfrentar los desafíos y las alegrías que el futuro le deparaba mientras viviría en solitario en aquella tierra salvaje y hermosa.
El pobre y buen neandertal continuó viviendo en armonía con la naturaleza, cazando, recolectando y compartiendo su sabiduría ancestral para sobrevivir en un mundo tan implacable como hermoso.
FIN.
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Ark
AventuraArk es un neandertal, un hombre común y con mucha fuerza. El vive su vida cazando animales y comiendolos, mientras que sobrevive sólo.