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No se lo que hago. Pero gracia por leer
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Jasper y Emmett lo levantaron rápidamente y lo llevaron al interior. Carlisle comenzó a examinarlo, su rostro mostrando preocupación. Billy no podia creer en el estado que se e contraba su mejor amigo, sintió un nudo en el estómago y rápidamente se acercó con los chicos.
—¿Qué te ha pasado, charlie? —preguntó Billy
Charlie, con voz débil, explicó que subiendo hacia la casa para traer a Renesmee del la escuela habia sido atacado por un grupo de hombres desconocidos muy fuertes demasiado. En medio de la confusión, Renesmee había sido secuestrada. La noticia cayó como una bomba en la sala, llenando el aire de tensión y miedo.
Jacib sintió una mezcla de rabia y desesperación. Sólo pensaba en que su pequeña Nessy estaba en peligro y no sabía cómo ayudarla. por su parte, Edward estaba destrozado. La idea de que su hija estuviera en manos de desconocidos lo llenaba de un dolor y furia indescriptible.
—Tenemos que encontrarla —dijo Edward, con determinación en su voz.
Carlisle, aunque preocupado por Charlie, sabía que no podían perder tiempo. Organizó rápidamente un plan de búsqueda, dividiendo a los presentes en grupos para rastrear cualquier pista sobre el paradero de Renesmee.
Mientras tanto, Charlie comenzó a mostrar signos de transformación. Los vampiros que lo atacaron no solo lo golpearon, sino que también lo mordieron, iniciando su conversión en vampiro. Carlisle y los demás hicieron todo lo posible para ayudarlo a través de la dolorosa transformación.
El dolor de la separación entre un padre y su hija era palpable. Edward y Jacob aferraban a la esperanza de encontrar a Renesmee, mientras Charlie luchaba con su nueva realidad. La nieve seguía cayendo afuera, cubriendo la montaña en un manto blanco, mientras dentro de la casa, la familia Cullen se preparaban para por fin acabar estos problemas.
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La nariz de Renesmee aún era sensible a olor fuertes, así qué el olor a sangre, he húmeda no era nada agradable. Escuchó unas pisadas y aún con los ojos vendados podía contar alrededor de 40 hombres afuera.
— Hija mía que bueno que ya estas aquí — La voz de su madre eran fría eso lo asustó. La venda fue retirada y observo sus manos ensangrentadas y sus ojos rojos brillante. Y sintió miedo.
— Mamá dónde estoy déjame ir — pidió la menor. Asustada por la apariencia terrorífica.
— Mamá está aquí, no iras a ningún lugar, mi niña — dijo isabela y le dio una sonrisa nada agradable.
